La desinformación online produce falsos recuerdos

Estudios realizados por expertos en psicología cognitiva han demostrado que la desinformación en línea puede influir en la memoria de las personas de manera significativa. Cuando las personas son expuestas a información falsa repetidamente, pueden llegar a recordarla como si fuera real, creando así falsos recuerdos en sus mentes. Este fenómeno es especialmente preocupante en un contexto donde las noticias falsas y la desinformación se propagan rápidamente a través de las redes sociales y otras plataformas digitales. Es fundamental que los usuarios sean conscientes de este riesgo y aprendan a verificar la veracidad de la información que consumen en línea. La educación en alfabetización digital y en la identificación de noticias falsas es esencial para combatir este problema creciente en la sociedad actual.

En la era digital actual, la desinformación se ha convertido en una epidemia que mina la confianza interpersonal, exacerba la polarización política, amenaza el orden social y crea un ambiente de miedo e incertidumbre. Los efectos perjudiciales de la desinformación son vastos, afectando a individuos, comunidades y a la sociedad en su conjunto.

Para que la desinformación nos afecte, primero debemos «aceptarla». Sin embargo, no toda la desinformación posee la misma capacidad de persuasión para generar creencias y recuerdos falsos. Investigaciones han demostrado que varios factores, como el tono emocional y la coherencia lógica de un reportaje, influyen en cómo las personas perciben la veracidad de la información presentada.

Un estudio reciente de nuestro laboratorio se centró en el papel de la centralidad de la información en la creación de falsos recuerdos. La información central se refiere a los elementos clave de un evento, como los protagonistas y sus acciones principales (por ejemplo, Angie le dio dinero a un músico callejero), mientras que la información periférica abarca los detalles contextuales fuera del curso principal del evento (por ejemplo, había gente caminando por la calle). Dado que la información central define directamente el significado del evento, es menos probable que la desinformación central (por ejemplo, el músico estaba tocando el violín en la calle) sea aceptada como veraz en comparación con la desinformación periférica (por ejemplo, había un grupo de corredores cerca).

En nuestro estudio, examinamos cómo la exposición a la desinformación en línea, ya sea central o periférica al evento original, afectaría la memoria. Los participantes observaron GIFs de eventos cotidianos (por ejemplo, una mujer dando propina a un músico callejero) y luego se les presentaron tweets simulados que contenían información verdadera o falsa, central o periférica, relacionada con los eventos de los GIFs. Posteriormente, se evaluó la memoria de los participantes sobre los eventos de los GIFs: leyeron declaraciones que contenían información previamente vista en tweets o información no incluida en los tweets y juzgaron cada declaración como verdadera o falsa en relación con los eventos de los GIFs.

Descubrimos que los participantes eran más propensos a reconocer falsamente la desinformación como verdadera si previamente había aparecido en tweets. Además, mostraron una mayor susceptibilidad a la desinformación periférica expuesta a través de tweets: la desinformación periférica en los tweets fue reconocida falsamente con mayor frecuencia y aceptada con menos resistencia que la desinformación central.

Así, después de experimentar o ser testigos de un evento de la vida real, la exposición subsiguiente a la desinformación en línea aumenta significativamente los recuerdos falsos, especialmente cuando la desinformación se refiere a aspectos periféricos en lugar de centrales del evento. Curiosamente, tanto participantes asiáticos como blancos americanos en nuestro estudio mostraron el mismo patrón de falsos recuerdos después de ser expuestos a la desinformación a través de tweets, aunque en un experimento, los asiáticos fueron menos influenciados por la desinformación que los blancos.

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