Minecraft, el icónico juego de bloques, ha inspirado innumerables historias y leyendas urbanas sobre entes paranormales como Herobrine. Recientemente, un proyecto llamado «Oasis» ha dado un nuevo giro al juego, transformándolo en una experiencia generada por inteligencia artificial.

Personaje de Minecraft conocido como Herobrine, con piel pixelada, ojos blancos sin pupilas y aspecto similar al personaje principal, Steve, en un bosque rodeado de árboles y con niebla en el fondo.

Esta versión, desarrollada por la empresa de IA Decart, ha sido entrenada con millones de horas de material de Minecraft, tomando ventaja de la extensa cantidad de contenido disponible en plataformas como YouTube. Sin embargo, Oasis no es una simple copia del juego; más bien, es una aproximación imperfecta que genera escenarios en tiempo real sin contar con un código de juego específico ni reglas predefinidas.

Oasis funciona mediante un sistema de «predicción del siguiente fotograma», generando imágenes basadas en las entradas del teclado y el ratón del jugador, y utilizando su vasta base de datos para adivinar cómo debería evolucionar el juego. La IA procesa estas entradas para simular elementos como la física, reglas básicas y gráficos, aunque de forma inconsistente. Sin embargo, este método provoca que Oasis se convierta en un reflejo difuso del Minecraft original, generando situaciones caóticas que no siempre siguen la lógica interna del juego.

La naturaleza impredecible de Oasis alimenta la ya presente mitología de Minecraft, donde figuras como Herobrine, Giant Alex y Entity 303 han protagonizado las historias de terror de la comunidad. En este entorno de realidad distorsionada, Oasis revive la atmósfera de misterio en Minecraft, y convierte a los jugadores en espectadores de una experiencia etérea en la que los errores y las «alucinaciones» digitales hacen que las estructuras desaparezcan o cambien sin explicación lógica.

A pesar de ser una copia imperfecta y poco práctica de Minecraft, Oasis tiene su propio encanto surrealista, casi artístico, mostrando un mundo en constante cambio que nunca llega a asentarse. Aunque no parece una herramienta viable para el futuro de los videojuegos, su singularidad y la atmósfera de desconcierto que genera han captado la atención de muchos. Oasis ofrece una experiencia de juego diferente, donde lo incompleto y lo inesperado alimentan la imaginación, recordándonos que, a veces, las fallas en los sistemas pueden convertirse en su mayor atractivo.

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