Emma Jackson, quien ha trabajado en Google durante más de dos décadas, ha hecho un llamado conmovedor sobre la creciente implicación de la compañía en contratos militares y el impacto devastador que esto tiene en el mundo. Según ella, el cambio de dirección de Google hacia la industria bélica ha sido evidente desde su participación inicial en el Proyecto Maven, un contrato militar que ha dejado a muchos empleados con una profunda inquietud.
Jackson expone que su orgullo original de trabajar en una empresa innovadora y centrada en el servicio a la sociedad se ha transformado en un dolor desgarrador. Las decisiones de liderazgo de la compañía, especialmente los contratos relacionados con la inteligencia artificial y el suministro de tecnologías a fuerzas armadas, han sido una fuente de gran preocupación. Un ejemplo notable es el Proyecto Nimbus, un contrato por $1.2 mil millones entre Google y Amazon con el ejército israelí, que ha sido acusado de contribuir a la genocidio en Gaza.
Ella recuerda que hoy se cumple un año desde que los trabajadores de No Tech for Apartheid organizaron protestas silentes en las oficinas de Google para exigir un alto a la colaboración de la empresa con la militarización y abogar por la seguridad y bienestar de sus compañeros palestinos y musulmanes. En respuesta a estas acciones, Google despidió de manera ilegal a al menos 50 empleados, una medida que fue entendida como represalia.
En sus declaraciones, Jackson enfatiza que la corporación ha intensificado su compromiso con la industria militar al abandonar su promesa de no desarrollar inteligencia artificial para fines bélicos. Ha señalado cómo Google ha comenzado a colaborar con empresas del sector militar como Lockheed Martin, buscando beneficiarse de los crecientes presupuestos de defensa de Estados Unidos y otros países.
Jackson observa que la cooperación militar de Google no solo es una cuestión ética, sino que también representa un giro al capitalismo bélico, donde la tecnología se convierte en un instrumento de opresión. A su juicio, es urgente la implementación de un embargo sobre armas de inteligencia artificial.
Ella subraya que los trabajadores tienen el poder de resistir esta militarización a través de la solidaridad y la organización. La resistencia, argumenta, es fundamental para revertir esta tendencia de Google y asegurar un futuro en el que la tecnología sea usada para el bien común.
Jackson concluye su declaración instando a todos los trabajadores del sector tecnológico a actuar, pues, según ella, el tiempo de inacción los convertirá en cómplices de un régimen opresor que atenta contra los derechos de millones.