La inteligencia artificial (IA) está comenzando a integrarse en el ámbito médico, no solo a través de resúmenes de visitas y análisis de condiciones de pacientes, sino también en la formación de robots quirúrgicos. Investigadores de las universidades de John Hopkins y Stanford han desarrollado un modelo de entrenamiento que utiliza grabaciones de vídeo de brazos robóticos controlados por humanos realizando tareas quirúrgicas. Este enfoque permite a los robots aprender a imitar acciones observadas, reduciendo así la necesidad de programar cada movimiento específico requerido para un procedimiento.

Los robots han aprendido a manipular agujas, hacer nudos y suturar heridas de manera autónoma. Más allá de la mera imitación, estos robots han demostrado la capacidad de corregir sus propios errores, como recoger una aguja caída sin instrucciones adicionales. Actualmente, los científicos están trabajando en la combinación de estas habilidades para realizar cirugías completas en cadáveres de animales, lo que representa un avance significativo en la autonomía de los robots quirúrgicos.

Aunque los robots han asistido en quirófanos durante años, proporcionando una precisión mejorada, siempre han sido guiados manualmente por un cirujano. La preocupación de los escépticos sobre los robots más autónomos radica en que los modelos de IA, como ChatGPT, no son verdaderamente «inteligentes», sino que simplemente imitan lo que han visto antes sin comprender los conceptos subyacentes. La variedad infinita de patologías humanas plantea un desafío: ¿qué sucede si el modelo de IA no ha visto un escenario específico antes?

Para que los robots autónomos sean utilizados en cirugías, necesitarían la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). En otros casos, donde los médicos utilizan IA para resumir visitas y hacer recomendaciones, no se requiere dicha aprobación, ya que se supone que el médico revisará y aprobará la información generada. Sin embargo, existe evidencia de que los bots de IA pueden hacer recomendaciones incorrectas o incluir información errónea en transcripciones. Esto plantea preocupaciones sobre la responsabilidad y la seguridad en el ámbito médico, donde los errores pueden tener consecuencias graves.

El uso de IA en la medicina plantea preguntas sobre la responsabilidad y la ética, especialmente cuando se trata de errores quirúrgicos. La tecnología autónoma es interesante desde una perspectiva de investigación, pero las consecuencias de una cirugía fallida realizada por un robot autónomo serían monumentales. La falta de una brújula moral en los modelos de IA y su comportamiento a veces impredecible hacen que la supervisión humana sea crucial. Además, abordar problemas sistémicos como la escasez de médicos podría ser una solución más efectiva que depender únicamente de la tecnología para aliviar la carga de trabajo de los profesionales de la salud.

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