El fin del ensayo académico marca el final de una larga tradición intelectual, pero también abre la oportunidad de reexaminar el propósito de la educación superior

La llegada de ChatGPT el 30 de noviembre de 2022 cambió para siempre el panorama educativo. En solo seis días, la herramienta de OpenAI alcanzó un millón de usuarios, y lo que comenzó como otra innovación tecnológica se convirtió rápidamente en el «asesino de tareas» que los educadores temían.

Una nueva realidad en las aulas

En una conversación con dos estudiantes de NYU, Alex y Eugene, la verdad sobre el uso de IA en la universidad se revela sin tapujos. «Cualquier tipo de escritura en la vida, uso IA», admite Alex, un estudiante que inicialmente había mentido sobre su uso limitado de la tecnología. Su arsenal incluye Claude para investigación, DeepSeek para razonamiento, Gemini para generar imágenes y ChatGPT para necesidades generales.

El proceso es sorprendentemente simple: Alex subió fotografías de una exposición de museo junto con los textos informativos a Claude, pidió que generara un ensayo según las instrucciones del profesor, y recibió una calificación equivalente a A-menos. «Obviamente, no iba a leer eso», dice refiriéndose al material académico requerido.

El dilema de la detección

Los sistemas de detección de IA como GPTZero, Copyleaks y Originality.ai han surgido para combatir esta tendencia, pero su efectividad es cuestionable. Cuando probaron el ensayo de Alex, un detector indicó 28% de probabilidad de ser generado por IA, mientras otro marcó 61%. «Mejor de lo que esperaba», comentó Eugene.

La paradoja es evidente: «Por supuesto que es trampa. ¿Estás bromeando?», admite Alex, pero tanto él como Eugene ven una distinción moral. «Es trampa, pero no creo que sea como… trampa«, explica Eugene, argumentando que es un crimen sin víctimas cuando solo se trata de cumplir requisitos.

La respuesta académica: vuelta al papel y bolígrafo

Profesores como Corey Robin de Brooklyn College han abandonado los ensayos para llevar a casa por primera vez en 30 años de carrera, optando por exámenes en clase con libro azul. Siva Vaidhyanathan de la Universidad de Virginia considera regresar completamente al año 450 a.C. con exámenes orales.

Las ventas de libros azules han aumentado significativamente en ciertas universidades en los últimos dos años, marcando un retorno inesperado a métodos de evaluación tradicionales.

Estudiantes divididos entre eficiencia y aprendizaje

May, estudiante de Georgetown, inicialmente resistente a ChatGPT, ahora lo usa para «prácticamente todas» sus clases. «No creo que me haya convertido en una peor escritora», dice, «pero quizás me ha hecho una escritora menos paciente».

Eddie, estudiante de Long Beach State, trata de mantener límites éticos usando IA «como lluvia de ideas» pero nunca para escribir directamente. Sin embargo, admite usar ChatGPT para cuestionarios cuando tiene prisa: «No me siento mal por eso», especialmente para cursos fuera de su especialidad.

El costo del progreso

Los estudiantes describen una trayectoria común: del uso de IA para organizar pensamientos al traspaso completo del proceso de pensamiento. August, estudiante de Columbia, usó IA para una presentación en una clase donde «todos tenían garantizada una A». Cuando fue seleccionada como trabajo ejemplar y tuvo que leerlo ante 200 estudiantes, reflexionó: «Si no les gusta, no fui yo quien lo escribió».

Intentos de adaptación pedagógica

Dan Melzer de UC Davis ha diseñado talleres que tratan la escritura como un proceso deliberativo e iterativo, involucrando borradores, retroalimentación (incluso de ChatGPT) y revisión. Barry Lam de UC Riverside experimentó asignando preguntas de nivel doctoral, pensando que si los estudiantes aprendían más rápido con IA, podrían manejar material más difícil. «Fallaron miserablemente», admite.

El panorama actual

Según una encuesta de Pew Research Center de 2024, un cuarto de los adolescentes entre 13 y 17 años usa ChatGPT para tareas escolares, el doble que en 2023. OpenAI reporta que uno de cada tres estudiantes universitarios usa sus productos, pero estas cifras probablemente subestiman la realidad.

Consecuencias imprevistas

Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos muestra que el intelecto humano ha declinado desde 2012, con caídas en matemáticas y comprensión lectora. Andreas Schleicher sugiere que la forma en que consumimos información hoy, a menudo a través de publicaciones cortas en redes sociales, contribuye a esta disminución.

El futuro incierto

Las universidades, que inicialmente trataron de frenar el uso de IA, ahora se apresuran a asociarse con compañías como OpenAI y Anthropic. En mayo, OpenAI anunció ChatGPT Edu, específicamente para uso educativo, después de que escuelas como Oxford, Arizona State y Wharton experimentaran con IA en sus currículos.

Reflexiones finales

Como observa un profesor: «Los estudiantes no son los culpables». No fueron ellos quienes introdujeron laptops en la escuela primaria, ni quienes crearon las herramientas de IA. Son simplemente adoptadores tempranos tratando de superar un sistema en un momento cuando hacerlo nunca ha sido tan fácil.

El debate no es solo sobre hacer trampa, sino sobre qué significa la educación en una era donde la inteligencia artificial puede realizar instantáneamente tareas que antes requerían horas de trabajo y reflexión. La pregunta fundamental permanece: ¿estamos perdiendo algo esencial en el proceso de aprender, o simplemente evolucionando hacia nuevas formas de conocimiento?

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