Prohibir los smartphones en la escuela parece una gran idea

La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, anunció el jueves su intención de presentar una legislación que prohibiría el uso de smartphones en las escuelas, como parte de un esfuerzo mayor para proteger a los niños de los efectos negativos de la tecnología. Hochul planea introducir el proyecto de ley a finales de este año para que pueda ser considerado en la próxima sesión legislativa de Nueva York, que comienza en enero.

Este anuncio seguramente será bien recibido por aquellos preocupados por los efectos de los smartphones y las redes sociales en la atención, relaciones, aprendizaje y salud mental de los estudiantes. Sin embargo, dado que podría pasar más de un año antes de que la ley entre en vigor, siempre que sea aprobada, los cuidadores y administradores escolares podrían preguntarse qué pueden hacer para proteger a sus hijos de los aspectos más perjudiciales de la tecnología ahora mismo. Los smartphones no deberían estar permitidos en el aula, ya que las distracciones causadas por notificaciones y el desplazamiento furtivo afectan negativamente la capacidad de los estudiantes para enfocarse y aprender, además de limitar sus oportunidades de socialización y formación de amistades en la vida real.

Para aliviar la carga de la aplicación de estas normas sobre los profesores, las escuelas que puedan permitírselo deberían considerar invertir en soluciones como las bolsas Yondr, que permiten a los estudiantes mantener sus teléfonos pero sin usarlos durante el día. Las escuelas con menos recursos pueden improvisar sistemas como «cubbies» para teléfonos en las aulas o exigir a los estudiantes que apaguen sus teléfonos al entrar y los guarden en su mochila o taquilla. Los padres preocupados por contactar a sus hijos en caso de emergencia deben recibir el número de teléfono de la escuela. En situaciones extremas, como un tirador activo, es mejor que los estudiantes presten atención a sus maestros en lugar de hacer llamadas o enviar mensajes que podrían revelar su ubicación.

En casa, los padres deben educarse y educar a sus hijos sobre los motivos comerciales detrás de las aplicaciones más adictivas. Entender cómo somos manipulados y los efectos negativos conocidos puede reducir el tiempo que pasamos en nuestros teléfonos. También es importante establecer reglas familiares para el uso de la tecnología y ajustar los controles parentales, especialmente en los juegos multijugador con funciones de chat, que pueden ser utilizados por depredadores. Considerar pagar por un plan de control parental con características robustas, como la capacidad de bloquear aplicaciones específicas o establecer horarios de acceso a internet, puede ser una buena opción. Proveedores de servicios móviles y servicios de terceros como Canopy o Bark ofrecen estos planes.

Mantener a los niños alejados de smartphones y redes sociales el mayor tiempo posible es esencial. Un informe reciente en Francia recomienda que los niños no accedan a redes sociales hasta al menos los 18 años y no tengan smartphones hasta al menos los 13. Formar alianzas con otros cuidadores para retrasar el acceso de los niños a smartphones y redes sociales puede ser útil. Recursos como ScreenStrong, AnxiousGeneration.com y Wait Till 8th en EE.UU., y el movimiento Smartphone-Free Childhood en el Reino Unido, pueden ser útiles. Considerar alternativas como teléfonos básicos, relojes inteligentes o un teléfono familiar prestado para mantener la comunicación sin exponer a los niños a internet.

Si su hijo ya tiene un smartphone y/o redes sociales y ahora se arrepiente de la decisión, no se culpe. En lugar de obsesionarse con decisiones pasadas, enfóquese en los siguientes pasos. No todo el tiempo frente a la pantalla es perjudicial, pero si cree que está dañando a su hijo, confíe en su instinto. Está bien admitir errores y hacer correcciones. Como cuidador, tiene la autoridad para prohibir el uso de redes sociales, instalar un plan de control parental o reemplazar el smartphone por una alternativa más segura. No ganará un concurso de popularidad a corto plazo, pero su papel es educar y proteger a sus hijos.

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