Linux ha decidido poner fin al soporte de los procesadores 486 y de los primeros modelos Pentium, marcando un hito en la evolución del sistema operativo que ha perdurado durante más de 20 años. Este cambio se produce con el lanzamiento del nuevo kernel de Linux 6.15, una decisión anunciada por Linus Torvalds, el creador de Linux, quien afirmó que ya no hay razones válidas para seguir manteniendo compatibilidad con estas antiguas arquitecturas.
Desde su lanzamiento en 1989, el procesador 486 ha sido parte de la historia de la informática, pero su soporte ya no es viable. «Siento que es momento de dejar atrás el soporte para i486», escribió Torvalds en la lista de correo del Kernel de Linux. «No hay razón para que alguien invierta tiempo en este tipo de temas.»
Ingo Molnár, un desarrollador senior del kernel de Linux, contextualizó esta decisión, explicando que el soporte para antiguos CPUs de 32 bits representa una carga adicional. Estos «pegamentos de compatibilidad» a menudo causan problemas que desvían la atención de los desarrolladores hacia áreas más críticas.
Desde 2012, esta es la primera vez que Linux finaliza el soporte para una familia de chips tan prominente, habiendo previamente descontinuado el soporte para la familia 386. A partir de ahora, el mínimo requerido para ejecutar Linux será el Pentium original (P5) o modelos posteriores, quienes cuentan con instrucciones esenciales como el Time Stamp Counter (TSC) y el CMPXCHG8B (CX8), ausentes en los procesadores más antiguos.
Aunque los usuarios puedan seguir utilizando versiones de Linux en equipos con estos procesadores obsoletos, se verán obligados a recurrir a kernels antiguos y distribuciones que aún son compatibles, como Debian 3.0 y Ubuntu 10.04. Sin embargo, esto implica vivir sin las actualizaciones de seguridad más recientes.
Eliminar el soporte para estos procesadores representa una reducción significativa en el código heredado, eliminando alrededor de 14,000 líneas de código que complicaban el kernel. Esto no solo simplifica el código, sino que también mejora el rendimiento en sistemas modernos.
Es un momento reflexivo para muchos que recuerdan la época en la que el 486 fue considerado un chip revolucionario. Con una velocidad de 33 MHz, este procesador marcó un antes y un después en la computación. Hoy en día, apenas quedan usuarios que operan bajo estas antiguas arquitecturas, salvo en nichos específicos o para fines de hobby.
La decisión de Linux de despedir al 486 subraya el progreso de la tecnología y la necesidad de adaptarse a las necesidades actuales, dejando atrás un legado que ha servido a generaciones de usuarios a lo largo de las últimas tres décadas.