Sam Altman, figura clave en la revolución de la inteligencia artificial y CEO de OpenAI, está impulsando una visión ambiciosa para el futuro a través de su proyecto Worldcoin. Este plan busca crear una identidad digital única para cada persona en el planeta mediante el escaneo de iris, acompañado de una criptomoneda propia. Sin embargo, su proyecto ha encontrado obstáculos significativos en su camino, especialmente por parte de las autoridades globales que cuestionan la viabilidad y la ética detrás de la recolección masiva de datos biométricos.
Worldcoin, una iniciativa lanzada por Altman, pretende diferenciar a los humanos de las máquinas en un futuro donde la inteligencia artificial podría complicar esta distinción. El proyecto utiliza un dispositivo llamado «Orb», del tamaño de una pelota de baloncesto, que escanea el iris de las personas para crear un código único y verificar la «humanidad» de los usuarios. Estos códigos, junto con una criptomoneda denominada WLD, forman parte de un sistema que, según Worldcoin, es totalmente privado y seguro. Los datos se almacenan de forma cifrada y los usuarios pueden optar por compartirlos para mejorar los algoritmos de la plataforma.
A pesar de estas garantías, Worldcoin ha enfrentado numerosas críticas y acciones legales. Las autoridades en más de una docena de países han cuestionado la legalidad y seguridad de sus prácticas. Hong Kong prohibió la recolección de imágenes de iris, Argentina impuso multas, y España bloqueó sus operaciones por preocupaciones sobre el escaneo de menores. En Kenia, las autoridades lanzaron una investigación criminal tras una operación que recogió datos de biometría sin el consentimiento adecuado, según denunciaron. Estos incidentes reflejan la creciente desconfianza hacia el proyecto y la preocupación por cómo se manejan los datos sensibles.
Aunque Altman no está involucrado directamente en el día a día de Worldcoin, es evidente que su visión para el futuro está estrechamente ligada a este proyecto. Altman concibió la idea en 2019, con la intención de crear una red financiera y de identidad global que pudiera distribuir una renta básica universal en un mundo donde la automatización desplaza empleos. La empresa encargada de desarrollar esta tecnología, Tools for Humanity, fue fundada en Estados Unidos y cuenta con un equipo global, con oficinas en lugares como Erlangen, Alemania.
Worldcoin se ha expandido rápidamente en mercados emergentes como Kenia, Nigeria e Indonesia, evitando por ahora operar en Estados Unidos debido a la incertidumbre regulatoria. Esta estrategia ha generado críticas, acusando al proyecto de aprovecharse de poblaciones con menor conocimiento tecnológico para probar su tecnología experimental.
El éxito de Worldcoin depende en gran medida de la aceptación y el valor de su criptomoneda, WLD, cuyo precio ha fluctuado con base en las expectativas sobre otros proyectos de Altman. A pesar de las controversias, Worldcoin ha conseguido un respaldo significativo, recaudando 240 millones de dólares de inversionistas de renombre. No obstante, la viabilidad a largo plazo del proyecto sigue siendo incierta, especialmente si las autoridades continúan endureciendo su postura frente a la recolección de datos biométricos.
En resumen, el proyecto de Sam Altman con Worldcoin es un experimento audaz que busca redefinir la identidad en la era digital, pero enfrenta serios desafíos legales y éticos que podrían determinar su destino. A medida que la inteligencia artificial avanza, la necesidad de soluciones como la propuesta por Worldcoin podría volverse más urgente, aunque su implementación requerirá superar obstáculos significativos.