El calor bajo la superficie terrestre es inmenso y, según estimaciones, si se pudiera aprovechar tan solo el 0.1% de él, podría satisfacer las necesidades energéticas del mundo durante más de 20 millones de años. Sin embargo, el acceso a estas fuentes de calor es un reto debido a la variabilidad del grosor de la corteza terrestre, que oscila entre 5 y 75 km. Actualmente, la energía geotérmica representa solo un 0.3% del consumo energético global, lo que sugiere un amplio margen para el desarrollo.
A pesar de los esfuerzos por perforar más profundo, el agujero más profundo realizado por la humanidad, el Kola Superdeep Borehole en Rusia, alcanzó solo 12,289 m antes de que los científicos abandonaran el proyecto por las difíciles condiciones, con temperaturas inesperadamente altas. Proyectos similares en Alemania también encontraron problemas, lo que subraya la necesidad de nuevas tecnologías para desbloquear el potencial geotérmico en el subsuelo.
La perforación mediante energía dirigida se postula como una vía revolucionaria, utilizando haces de energía para calentar y fracturar la roca sin el uso de brocas mecánicas. Aunque la perforación con láser ha demostrado ser limitada, los investigadores están ahora explorando el uso de gyrotrones, que generan ondas electromagnéticas a temperaturas que permiten perforar rock a velocidades considerablemente más altas y sin las restricciones de la tecnología láser.
Quaise, la empresa resultante del Centro de Ciencias Plasma y Fusión del MIT, combina técnicas de perforación tradicionales con tecnología de energía dirigida para llevar a cabo perforaciones de hasta 20 km de profundidad. Con una ambiciosa meta de reenergizar plantas de combustibles fósiles con energía geotérmica supercrítica, donde se espera alcanzar temperaturas de hasta 500 °C, Quaise podría cambiar radicalmente la forma en que se genera energía, ofreciendo una alternativa viable y sostenible frente a las soluciones actuales.