Las muestras de asteroide recogidas por la NASA no solo contienen los bloques de construcción primigenios para la vida, sino también los restos salinos de un antiguo mundo acuático, según informaron científicos recientemente. Estos hallazgos proporcionan la evidencia más sólida hasta ahora de que los asteroides podrían haber sembrado las semillas de la vida en la Tierra, y que estos ingredientes se mezclaron con agua casi desde el principio.

La nave espacial Osiris-Rex de la NASA retornó con 122 gramos de polvo y guijarros del asteroide cercano a la Tierra, Bennu, entregando el contenedor de muestras en el desierto de Utah en 2023. Esta misión representa la mayor recolección cósmica más allá de la Luna, superando las misiones previas de Japón que obtuvieron cantidades considerablemente menores. Las pequeñas cantidades de granos negros de Bennu, restos de la formación del sistema solar hace 4.500 millones de años, fueron distribuidas a dos equipos de investigación cuyos estudios aparecieron en las revistas Nature y Nature Astronomy.

Los estudios revelaron minerales ricos en sodio y confirmaron la presencia de aminoácidos, nitrógeno en forma de amoníaco e incluso partes del código genético. Algunos de los delicados sales encontrados en Bennu, similares a los de los lechos de lagos secos del desierto de Mojave en California y el Sahara en África, se habrían desintegrado si estuvieran presentes en meteoritos que caen a la Tierra. Este descubrimiento fue posible gracias al análisis de muestras recogidas directamente del asteroide y cuidadosamente preservadas en la Tierra.

La combinación de ingredientes de vida con un entorno de agua salada rica en sodio, o salmueras, es considerada por los científicos como un camino hacia la vida. Estos procesos probablemente ocurrieron mucho antes y fueron más extendidos de lo que se pensaba. Uno de los mayores hallazgos fue la abundancia relativamente alta de nitrógeno, incluyendo amoníaco. Aunque todas las moléculas orgánicas encontradas en las muestras de Bennu han sido identificadas previamente en meteoritos, las de Bennu son auténticas, formadas en el espacio y no resultado de contaminación terrestre.

Bennu, un cúmulo de escombros de aproximadamente medio kilómetro de ancho, fue originalmente parte de un asteroide mucho más grande que fue golpeado por otras rocas espaciales. Los últimos resultados sugieren que este cuerpo padre tenía una extensa red subterránea de lagos o incluso océanos, y que el agua se evaporó dejando pistas salinas. Sesenta laboratorios alrededor del mundo están analizando fragmentos de Bennu como parte de estudios iniciales, y gran parte del material de la misión, valorada en mil millones de dólares, se ha reservado para análisis futuros.

Los científicos enfatizan la necesidad de más pruebas para comprender mejor las muestras de Bennu, así como más retornos de muestras de asteroides y cometas. China planea lanzar una misión de retorno de muestras de asteroides este año. Además, se está considerando una misión para recolectar rocas y tierra del planeta enano Ceres, potencialmente saturado de agua, en el cinturón de asteroides principal. Mientras tanto, la NASA tiene muestras de Marte esperando ser recogidas, pero su entrega está en espera mientras se estudia la forma más rápida y económica de traerlas a la Tierra.

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