En los últimos meses, grandes corporaciones como Disney, Apple, Starbucks y Amazon han implementado políticas que obligan a sus empleados a regresar a las oficinas, en algunos casos hasta cinco días a la semana. Estas decisiones han generado una reacción negativa significativa por parte de los empleados, quienes han respondido con peticiones, cartas públicas dirigidas a los directivos, quejas en redes sociales e incluso huelgas.

Aunque podría pensarse que estas políticas cuentan con el apoyo unánime de los líderes empresariales, no todos coinciden. Algunos empresarios y expertos creen que estas medidas son un error estratégico. El argumento principal es que exigir el regreso a la oficina supone eliminar un beneficio que los empleados valoran altamente: la flexibilidad del trabajo remoto.

Mujer trabajando desde casa sentada en un sofá, usando un portátil. Lleva gafas y ropa cómoda, rodeada de una decoración hogareña con plantas, estanterías y cojines. En la mesa frente a ella hay unos auriculares, un vaso de agua y otros objetos personales, destacando un ambiente de teletrabajo relajado.

Los expertos en recursos humanos coinciden en que una vez otorgado un beneficio, resulta extremadamente difícil retirarlo sin generar descontento. La posibilidad de trabajar desde casa no es solo una comodidad, sino un incentivo que muchos empleados consideran clave al elegir o permanecer en una empresa. Quitar este beneficio es comparable a una reducción salarial, algo que afecta directamente la moral y la percepción de los trabajadores.

El trabajo remoto, además, es uno de los beneficios más demandados por los empleados en la actualidad. Un estudio indica que hasta el 71% de las empresas han incorporado esta modalidad en sus políticas. Así, las organizaciones que eliminan esta opción se enfrentan a un riesgo competitivo al ofrecer menos que sus rivales en el mercado laboral.

El auge del teletrabajo durante la pandemia demostró que, para muchas empresas, los resultados se mantienen incluso cuando los empleados trabajan desde casa. Entre los beneficios tangibles destacan la flexibilidad horaria, una mejor salud mental, mayor tiempo con la familia, menores costos de transporte y una reducción en la huella de carbono. Aunque trabajar en la oficina también aporta ventajas como la innovación, el mentoring y la mejora de la cultura empresarial, no hay datos concluyentes que prueben que un modelo sea inherentemente superior al otro.

Esta preferencia por el trabajo remoto no es exclusiva de los trabajadores más jóvenes. De hecho, los empleados mayores, incluyendo socios experimentados en firmas tradicionales, también son defensores acérrimos del teletrabajo. Según el testimonio de un gestor de una gran firma contable, los profesionales senior valoran la posibilidad de equilibrar mejor su vida personal y laboral tras décadas de jornadas intensivas.

Muchas pequeñas y medianas empresas han adoptado modelos híbridos que permiten a los empleados trabajar desde casa uno o dos días a la semana. Este enfoque equilibra los beneficios de ambas modalidades y evita la confrontación directa con los empleados.

Para las grandes empresas que insisten en imponer el trabajo presencial, los expertos sugieren un enfoque más pragmático: delegar la decisión a los gerentes de equipo. Estos líderes, que están en contacto directo con los trabajadores, pueden evaluar mejor qué modalidad es más efectiva para cumplir los objetivos. Al final, lo que importa es el resultado, no el lugar desde donde se trabaja.

El regreso obligatorio a las oficinas en grandes corporaciones podría beneficiar a las empresas más pequeñas. Al enfurecer a los empleados y motivarlos a buscar nuevas oportunidades laborales, estas políticas abren la puerta a que otras organizaciones, más flexibles, capten talento valioso.

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