Tras el devastador terremoto que sacudió Turquía y Siria en febrero de 2023, un investigador ha descubierto posibles señales de advertencia que aparecieron días o incluso semanas antes del sismo. Si estos patrones se confirman, podría significar una nueva era en la detección y alerta temprana de terremotos.
El Dr. Mehdi Akhoondzadeh, de la Universidad de Teherán, investigó los datos satelitales alrededor del momento del terremoto de magnitud 7.8. Analizó lecturas de misiones orbitales como la Zhangheng 1 de China, Aqua y Aura de la NASA, y el trío de satélites Swarm de la Agencia Espacial Europea. Al cruzar estos datos con los registros de terremotos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), surgieron algunas anomalías muy interesantes.
Según el estudio de Akhoondzadeh, publicado en el Journal of Applied Geodesy, la pista más llamativa comenzó en el subsuelo aproximadamente tres semanas antes del gran terremoto. Los instrumentos en Aqua detectaron un aumento de temperatura en la litosfera – la capa más externa de la Tierra que incluye la corteza y parte del manto superior – entre 19 y 12 días antes del sismo.
Pero eso fue solo el comienzo. En pocos días, aparecieron otras perturbaciones atmosféricas en forma de lecturas anómalas de vapor de agua, metano, ozono, monóxido de carbono y partículas en el aire denominadas «profundidad óptica de aerosol». Estos signos atmosféricos duraron unos cinco días.
La ionosfera, esa zona de partículas cargadas muy por encima del aire que respiramos, fue la última en mostrar irregularidades. Algunas anomalías ionosféricas aparecieron cinco días antes, pero las señales más claras, como las desviaciones en la densidad de electrones y la temperatura, no fueron notables hasta solo 24 horas antes del terremoto.
Akhoondzadeh piensa que esta progresión desde la litosfera hasta la atmósfera y la ionosfera es una pista importante. Sugiere que estas anomalías provienen de procesos que se originan en las profundidades de la corteza terrestre mucho antes de la ruptura final. Propone la idea de «acoplamiento litosfera-atmósfera-ionosfera» (LAIC) como un fenómeno general que podría proporcionar señales tempranas de sismos.
«Los hallazgos de este estudio enfatizan que se observan anomalías prominentes en los precursores del terremoto en un intervalo de tiempo de unos 15 días antes del terremoto, primero en la litosfera y luego en las capas superiores, es decir, en la atmósfera y la ionosfera», concluye el estudio.
Por supuesto, esto sigue siendo una hipótesis basada en la observación de un solo terremoto hasta ahora. Los investigadores necesitarán analizar datos de muchos más eventos en diferentes regiones para ver si el LAIC resulta ser un sistema precursor confiable.
Si la teoría del LAIC se confirma, podríamos estar ante un cambio radical en las capacidades de alerta temprana de terremotos. Para las áreas ubicadas directamente sobre fallas activas, ese tiempo extra de advertencia podría marcar una gran diferencia en la salvación de vidas.