Las emisiones de estufas de gas contribuyen a 19,000 muertes al año

Ruth Ann Norton solía disfrutar de la llama azul que danzaba en los quemadores de su cocina de gas, creyendo que esta mejoraba sus habilidades culinarias. Sin embargo, al enterarse de los gases tóxicos que emiten estos aparatos, como monóxido de carbono y formaldehído, incluso cuando están apagados, su perspectiva cambió drásticamente.

Norton, líder de la organización Green & Healthy Homes Initiative, subraya el impacto sutil pero profundo que estos contaminantes tienen en la salud neurológica, respiratoria y reproductiva. En los últimos años, las cocinas de gas se han convertido en un tema central de debate sobre la salud pública y la protección del consumidor.

Recientemente, la Asamblea de California aprobó un proyecto de ley que exigiría etiquetas de advertencia en las cocinas de gas vendidas en el estado. Estas etiquetas indicarían que los aparatos pueden liberar gases peligrosos como dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y benceno, superando los estándares de calidad del aire exterior. Además, se advertiría sobre el riesgo de agravar enfermedades respiratorias y aumentar el riesgo de desarrollar leucemia y asma, especialmente en niños.

El proyecto de ley, que ahora se encuentra en el Senado estatal, sigue a un estudio de la Universidad de Stanford que vincula las cocinas de gas con aproximadamente 19,000 muertes anuales de adultos y un aumento significativo en la exposición al dióxido de nitrógeno.

El autor principal del estudio, Yannai Kashtan, destaca que la exposición prolongada a estos gases es la más preocupante, afectando potencialmente al 40% de la población. Aunque no se pretende alarmar a corto plazo, se enfatiza la importancia de considerar la contaminación del aire interior al elegir electrodomésticos.

El estudio también revela que las comunidades de color son las más afectadas. Hogares de nativos americanos y de Alaska experimentan un 60% más de exposición al dióxido de nitrógeno que la media nacional, mientras que los hogares afroamericanos e hispanos registran un 20% más.

Rob Jackson, coautor del estudio, señala que las personas en situación de pobreza y las minorías raciales respiran aire más contaminado tanto fuera como dentro de sus hogares. Milagros Elia, de la Alianza de Enfermeras para Ambientes Saludables, recalca que las cocinas de gas son una cuestión de justicia racial, ya que en barrios como «Asthma Alley» en Nueva York, los altos índices de asma están ligados a la contaminación del aire interior.

Kari C. Nadeau, otro autor del estudio, compara la situación con la lucha contra el tabaco y la seguridad en los automóviles, instando a la implementación de soluciones que reduzcan la contaminación del aire interior para proteger a la población.

La asambleísta Gail Pellerin espera que su proyecto de ley inspire cambios a nivel nacional, siguiendo el ejemplo de California en la vanguardia de la legislación de salud pública.

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