El informe destaca cómo compañías como Amazon, Microsoft y Google han fortalecido sus lazos con el Departamento de Defensa de EE. UU. a través de contratos multimillonarios para servicios de computación en la nube, inteligencia artificial y otros productos tecnológicos. Esta colaboración plantea cuestiones sobre la privacidad de los ciudadanos, la militarización de la tecnología y el posible uso de estas herramientas con fines bélicos.

Un reciente informe elaborado por Roberto J. González, profesor de antropología cultural en la Universidad Estatal de San José, revela un cambio significativo en el epicentro del complejo militar-industrial de EE.UU., desplazándose desde el área metropolitana de Washington D.C. hacia el norte de California. Este cambio se ha acelerado con la integración de sistemas basados en inteligencia artificial, influyendo profundamente en la dinámica y economía política del sector de defensa.

El informe, titulado «Cómo las Big Tech y Silicon Valley están transformando el complejo Militar-Industrial», destaca un aumento en la dependencia de sistemas autónomos letales y otras tecnologías de IA en contextos bélicos, desde Gaza hasta Ucrania. Este avance tecnológico coincide con una creciente oposición por parte de trabajadores tecnológicos contra el uso bélico de productos de sus empresas.

González apunta que, aunque la mayoría del presupuesto de $886 mil millones del Pentágono sigue destinándose a sistemas de armas convencionales y grandes contratistas de defensa como Lockheed Martin y Boeing, se observa un nuevo paradigma económico. Empresas como Microsoft, Amazon, Google y Oracle han obtenido contratos multimillonarios para proporcionar servicios en la nube y sistemas habilitados por IA, destacando un cambio hacia un modelo de economía política que favorece a los gigantes tecnológicos y a las startups de tecnología de defensa financiadas por capital de riesgo.

Estas nuevas dinámicas están marcadas por una falta de transparencia que dificulta la valoración exacta de los contratos militares otorgados a estas corporaciones tecnológicas. Se estima que, entre 2018 y 2022, compañías como Microsoft, Amazon y Alphabet recibieron contratos por valor de al menos $28 mil millones, una cifra que podría ser mucho mayor debido al carácter clasificado de muchos de estos acuerdos.

El documento también aborda cómo este cambio fomenta una relación cada vez más estrecha entre Silicon Valley y el Pentágono, con un «revolving door» que ahora atrae a funcionarios gubernamentales hacia firmas de capital privado y de riesgo con intereses en tecnología de defensa. Esto no solo acelera la financiación de startups tecnológicas de defensa en etapas tempranas, sino que también plantea riesgos significativos de conflictos de interés y dependencia tecnológica en el sector defensa.

Además, el informe advierte sobre los riesgos de precipitar el desarrollo de tecnologías de armamento, poniendo en peligro tanto a combatientes como a civiles por las fallas algorítmicas o la falta de pruebas adecuadas, impulsado por el afán de las firmas de capital de riesgo por obtener retornos rápidos.

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