Una de las aplicaciones más prometedoras de la estimulación cerebral con ondas sonoras es el tratamiento de enfermedades neurológicas como la depresión, el Alzheimer y el Parkinson. Algunos estudios han demostrado que la estimulación con ultrasonido puede ayudar a restaurar la función cerebral deteriorada en pacientes con estas condiciones.

El cerebro humano, con sus cientos de miles de millones de neuronas, representa la estructura más compleja del universo. Las conexiones entre estas neuronas son fundamentales para casi todos los aspectos de nuestra salud y comportamiento. Recientemente, un equipo de investigadores del Instituto de Ciencia Básica (IBS) en Corea del Sur ha desarrollado una técnica innovadora que podría transformar la manera en que entendemos y manipulamos estas conexiones cerebrales.

Tradicionalmente, los problemas cerebrales se han tratado con medicamentos o mediante estimulación eléctrica, ya sea invasiva o no invasiva. Sin embargo, estas metodologías tienen limitaciones significativas, como la precisión de la estimulación y los riesgos asociados con las intervenciones quirúrgicas. Aquí es donde el ultrasonido emerge como una alternativa prometedora.

El equipo de IBS ha introducido una técnica llamada ultrasonido de baja intensidad y baja frecuencia (LILFUS) con patrones específicos diseñados para imitar las ondas cerebrales que se activan durante los procesos de aprendizaje y memoria. Este método tiene como objetivo modular la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones funcionales.

En su estudio, publicado en Science Advances, los investigadores aplicaron estimulación intermitente y continua a los cerebros de ratones. Observaron que la estimulación intermitente aumentaba la capacidad de formar conexiones neuronales fuertes en la región cerebral objetivo, mientras que la estimulación continua tenía el efecto opuesto.

La investigación demostró que la estimulación intermitente, aplicada a la parte del cerebro que controla la extremidad no dominante de los ratones, mejoraba significativamente su habilidad para realizar tareas con esa mano. Esto sugiere que la técnica no solo es útil para modificar conexiones neuronales, sino que también tiene potencial para mejorar el aprendizaje y la rehabilitación en humanos.

Aunque se necesitan más investigaciones para probar la eficacia y seguridad de la técnica en humanos, las aplicaciones potenciales son vastas. Desde la rehabilitación de pacientes con accidentes cerebrovasculares hasta la mejora de la cognición en personas con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el LILFUS podría revolucionar el tratamiento de trastornos cerebrales y potenciar la función cognitiva, incluso en individuos sanos.

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