El informe final del National Transportation Safety Board (NTSB) de Estados Unidos sobre la implosión del sumergible OceanGate Titan en 2023 confirma que los ordenadores a bordo quedaron aplastados en una masa compacta y deformada de metal, plástico y componentes electrónicos, presentando también señales de daño térmico. A diferencia de los daños extremos sufridos por los sistemas computacionales, la cámara de vídeo del sumergible resistió mejor el siniestro.

Según el reporte, el grupo más grande de restos electrónicos pesa aproximadamente 45 kg y corresponde a tres ordenadores fanless Nuvo-5000LP, que eran responsables de registrar el rendimiento del vehículo, monitoreo acústico del casco y otras tareas diagnósticas. La masa de componentes está descrita como una “compilación comprimida” que contiene desde placas metálicas hasta chips…

Comparación de un equipo electrónico antes y después de un incendio: a la izquierda los componentes intactos con cables y módulos organizados; a la derecha los restos quemados y deformados tras el siniestro."

Los investigadores utilizaron tomografía computarizada para intentar analizar la masa mezclada en busca de componentes de memoria que pudieran sobrevivir, con la esperanza de recuperar datos. Sin embargo, el escáner de 320 kV no pudo penetrar lo suficiente ni encontrar áreas “sobrevivibles” de memoria intacta, y descartaron usar potencias mayores para no dañar la posible información almacenada.

El laboratorio de incendios del ATF (Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives) logró extraer dos placas base de SSD de 2.5 pulgadas, aunque todos los intentos de recuperación de datos fueron infructuosos. Ambas placas presentaron deformaciones triaxiales, pérdida de chips de memoria y fracturas en los chips restantes.

Intentos de examinar otros elementos electrónicos también no dieron resultados. En contraste, se destacó que una tarjeta de memoria SanDisk de bajo coste encontrada en el sitio del accidente permaneció intacta y se recuperaron fotografías y vídeos no vinculados a la implosión fatal.

Estas investigaciones, además de clarificar aspectos técnicos del siniestro, abren el debate sobre la necesidad de equipar sumergibles con grabadores de datos resistentes a implosiones, tal como ocurre con las “cajas negras” en aeronaves comerciales. En tanto, usuarios en foros tecnológicos comentan que la protección contra implosiones y la seguridad deberían ser prioritarias en estos vehículos para evitar tragedias evitables.

La implosión fatal del OceanGate Titan evidencia los extremados daños que sufren los equipos electrónicos bajo presiones oceánicas inmensas, confirmando la destrucción casi total de sistemas críticos y la imposibilidad de recuperar datos valiosos para la investigación.

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