Investigadores australianos han participado en el mayor y más diverso estudio genético sobre la depresión a nivel mundial, revelando cerca de 300 vínculos genéticos previamente desconocidos con esta condición. Este avance permitirá a los científicos predecir el riesgo de depresión en individuos, abriendo la puerta a tratamientos farmacológicos más efectivos, incluyendo la posibilidad de reutilizar medicamentos existentes.
Desde 2017, un equipo internacional liderado por la Universidad de Edimburgo y el King’s College de Londres, junto con investigadores de QIMR Berghofer, la Universidad de Queensland y el Brain and Mind Centre de Sídney, ha analizado datos de 29 países. El estudio incluyó muestras genéticas de 680,000 personas con depresión y cuatro millones sin ella, destacando que una de cada cuatro participantes provenía de un entorno no europeo. En total, se identificaron 697 variantes genéticas vinculadas a la depresión, un aumento significativo respecto a lo conocido anteriormente.
Cada variante genética tiene un efecto muy pequeño en el riesgo general de desarrollar depresión. Sin embargo, la presencia de múltiples variantes puede sumar estos efectos pequeños, incrementando el riesgo. La investigadora Dr. Brittany Mitchell de QIMR Berghofer destacó que la comprensión limitada actual de la depresión dificulta la mejora de los resultados para los afectados, subrayando la importancia de estudios más amplios e inclusivos para desarrollar mejores tratamientos e intervenciones.
La contribución australiana al estudio internacional fue crucial, con más de 50 nuevas variantes genéticas identificadas a través del Estudio de Genética de la Depresión en Australia (AGDS). Este estudio proporcionó una base de datos de 16,000 participantes con depresión y 18,000 sin ella, quienes ofrecieron muestras de saliva para el análisis. El Dr. Enda Byrne, co-analista del estudio AGDS, señaló que estos hallazgos representan un avance hacia la comprensión de la depresión a nivel biológico y ofrecen nuevas oportunidades para mejorar el tratamiento y apoyo a los afectados.
Los investigadores también indicaron que los hallazgos representan una oportunidad para replantear los tratamientos médicos actuales para la depresión. Se sugiere que medicamentos utilizados para tratar el dolor crónico y la narcolepsia podrían ser reutilizados para tratar la depresión, aunque se advierte que se necesitan más estudios y ensayos clínicos para explorar su potencial en pacientes con depresión. La contribución australiana al estudio, publicada en la revista Cell, fue financiada por el Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica. El equipo de investigación del Consorcio de Genómica Psiquiátrica incluyó científicos de continentes como el Reino Unido, Sudáfrica, Brasil, México, Estados Unidos, Australia, Taiwán y China.