La experiencia de James Irungu, un exmoderador de contenido para Facebook en Kenia, ilustra el devastador impacto psicológico que puede tener la exposición constante a material gráfico y violento. Contratado por Samasource, una empresa de externalización tecnológica, Irungu esperaba que el trabajo le ofreciera una mejora económica significativa y una salida de Kibera, un extenso barrio marginal en Nairobi. Sin embargo, pronto se encontró revisando material extremadamente perturbador, como accidentes espantosos, suicidios y abuso infantil, lo que le dejó profundas secuelas emocionales.

Irungu describe cómo las imágenes más perturbadoras quedaron grabadas en su mente, afectando su bienestar mental y su vida personal. A pesar de las dificultades, permaneció en el trabajo durante tres años, convencido de que estaba protegiendo a su familia al no compartir los detalles de su labor. Sin embargo, con el tiempo, se dio cuenta de que el costo emocional era demasiado alto, llevándolo a cuestionar si el salario justificaba el sacrificio de su salud mental. La experiencia le llevó a temer por la seguridad de su hija y a ver el mundo como un lugar oscuro y peligroso.

Otra exmoderadora, que también trabajó para Samasource, compartió su experiencia de encontrar un propósito en su labor al creer que estaba protegiendo a los usuarios, especialmente a los niños. Sin embargo, al dejar el trabajo, se dio cuenta de que había normalizado situaciones profundamente perturbadoras. A pesar de los esfuerzos de los consejeros de bienestar para ayudarla a lidiar con el estrés, la falta de apoyo psicológico adecuado dejó una huella duradera en su salud mental, llevándola a un estado de aislamiento social y angustia emocional.

Estas experiencias han motivado a más de 140 moderadores de Facebook en Kenia a emprender acciones legales, alegando diagnósticos de trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otras afecciones mentales graves. Los exmoderadores esperan que su caso impulse cambios en la industria de moderación de contenido en África, a medida que la demanda global de estos servicios continúa creciendo. La necesidad de mejorar las condiciones laborales y el apoyo psicológico para los moderadores es evidente, con el fin de evitar que otros sufran el mismo daño emocional.

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