La ciencia ficción ha sido, históricamente, una herramienta para advertir a la humanidad sobre los posibles peligros de la tecnología avanzada, especialmente en lo que respecta a la inteligencia artificial (IA). Muchas obras de este género han explorado la posibilidad de que las máquinas se vuelvan tan inteligentes como los seres humanos, y los riesgos éticos y laborales que esto conlleva.
Un caso icónico de esta advertencia es Blade Runner, dirigida por Ridley Scott, una película que plantea cuestiones sobre la relación entre humanos y máquinas conscientes. Sin embargo, recientemente, Scott ha sido objeto de críticas por su postura respecto al uso de la IA en la creación de películas, algo que muchos consideran contradictorio con los mensajes de sus propias obras.
En una entrevista reciente con el New York Times, mientras promocionaba su próxima película, Gladiator II, Ridley Scott abordó cuestiones presupuestarias relacionadas con la producción de cine. Aunque no confirmó el costo total de la película (rumoreado en torno a los 300 millones de dólares), mencionó que uno de sus enfoques para optimizar el presupuesto podría incluir la «adopción de la IA». Según Scott, una forma concreta de hacerlo sería en el ámbito de la animación, una declaración que generó inquietud entre los profesionales de la industria, preocupados por el impacto de la IA en sus empleos.
La respuesta de Scott sobre el uso de IA en animación generó interrogantes sobre el futuro laboral de los animadores y artistas de efectos visuales. Cuando el entrevistador le preguntó si esta medida pondría en riesgo empleos, Scott intentó responder defendiendo que la IA también podría «crear trabajos», aunque sus declaraciones parecieron mostrar una falta de claridad sobre cómo podría lograrse eso.
La situación resulta paradójica, especialmente considerando el legado de Scott en la ciencia ficción y en películas como Blade Runner, que exploran las consecuencias de la inteligencia artificial en la vida humana. A diferencia de los escenarios distópicos de sus obras, donde las IA representan un riesgo para la humanidad, el debate actual en la industria se centra en el impacto económico y social de la tecnología sobre empleos artísticos. La preocupación de muchos artistas se basa en la posibilidad de que los estudios puedan usar IA para reducir costes, lo que podría reducir la demanda de trabajo humano en ciertas áreas de la producción cinematográfica.