Los pacientes con cáncer avanzado suelen recibir varios tipos de tratamientos, incluyendo quimioterapia, cirugía y radiación, que pueden causar efectos secundarios adversos y no siempre logran detener la progresión de la enfermedad. Con el objetivo de mejorar las opciones terapéuticas, un equipo de investigadores del MIT ha desarrollado micropartículas que se insertan directamente en los tumores, ofreciendo una innovadora combinación de terapia térmica y quimioterapia.
Este nuevo enfoque podría reducir los efectos secundarios de la quimioterapia intravenosa y, al administrar ambas terapias de manera combinada, podría extender la esperanza de vida de los pacientes en mayor medida que si se aplicaran por separado.
En el estudio, llevado a cabo en ratones, las micropartículas lograron eliminar tumores en la mayoría de los animales y prolongar significativamente su vida. Este avance combina dos métodos: la fototerapia y la quimioterapia, ambos entregados directamente en el sitio del tumor mediante partículas de molibdeno disulfuro. Este compuesto tiene la capacidad de absorber la luz de un láser de baja potencia y convertirla en calor, suficiente para destruir células tumorales sin dañar el tejido circundante.
El tratamiento comienza con la inyección de micropartículas de molibdeno disulfuro, combinadas con agentes quimioterapéuticos como la doxorrubicina o violaceina y encapsuladas en una matriz de polímero biocompatible, ya aprobado por la FDA. Estas partículas, de aproximadamente 200 micrómetros, se implantan en el tumor y permanecen allí durante el tratamiento, lo que evita la necesidad de aplicar dosis de quimioterapia en todo el cuerpo.
Para activar la terapia térmica, los investigadores utilizan un láser infrarrojo que calienta las partículas a una temperatura de aproximadamente 50 grados Celsius. Este nivel de calor es suficiente para destruir las células tumorales cercanas, mientras que la matriz de polímero dentro de la partícula se derrite, liberando el medicamento quimioterapéutico encapsulado. Cada ciclo de tratamiento dura unos tres minutos, con un intervalo de tres días entre sesiones.
Mediante algoritmos de aprendizaje automático, los científicos determinaron las condiciones óptimas de potencia del láser, tiempo de irradiación y concentración del agente terapéutico. Estas mejoras llevaron a un protocolo que maximizó los efectos de la combinación de tratamientos. Los ratones tratados con tres ciclos de esta terapia combinada lograron erradicar completamente sus tumores y sobrevivieron mucho más tiempo que aquellos que solo recibieron uno de los tratamientos o ninguno.
El siguiente paso de los investigadores será realizar pruebas en modelos animales de mayor tamaño antes de considerar estudios clínicos en humanos. Se espera que esta tecnología pueda aplicarse a una variedad de tumores sólidos, incluso aquellos en fase de metástasis, proporcionando una nueva esperanza en el tratamiento de cánceres avanzados.