El 2 de abril, Donald Trump lanzó una bomba metafórica en la economía global durante su discurso del «Día de la Liberación». Ahora, diversas industrias enfrentan las consecuencias. Según la Entertainment Software Association (ESA), la industria de los videojuegos en EE.UU. podría sufrir consecuencias sin precedentes.

Con el anuncio de las nuevas tarifas de Trump, la industria de los videojuegos se prepara para el impacto. Aubrey Quinn, vicepresidente senior de la ESA, afirmó que estas tarifas interrumpirán significativamente el desarrollo de juegos y la producción de hardware y software.

El hardware de juegos, como las consolas domésticas, experimentará un impacto considerable, ya que estos dispositivos se fabrican principalmente en países afectados por las tarifas. Además, las piezas necesarias para la línea de ensamblaje, que suelen provenir de diversos mercados locales e internacionales, podrían enfrentar tarifas adicionales, inflando aún más el costo de producción.

Quinn explicó: «Cualquier producto que un consumidor compre probablemente estará sujeto a muchas de las tarifas anunciadas, todas acumuladas entre sí». También existe la amenaza de represalias, con muchas naciones y la Unión Europea considerando responder con sus propias tarifas. Para la ESA, el «Día de la Liberación» de Trump podría ser solo el comienzo de un camino largo e incierto.

En un intento de mitigar el impacto, empresas tecnológicas como Apple y Nintendo han trasladado sus operaciones de fabricación de China a otros países, como Vietnam, para reducir costos. Sin embargo, Trump también anunció una tarifa del 46 por ciento sobre las importaciones de Vietnam.

Como resultado, los consumidores estadounidenses podrían pagar alrededor de $450 por la próxima consola Switch 2, mientras que los jugadores japoneses, que no se ven afectados por las tarifas de EE.UU., solo pagarán $343 por el mismo dispositivo. Se espera que incluso el precio de los nuevos juegos para esta consola aumente, con Nintendo citando las tarifas como uno de los factores contribuyentes.

Quinn también subrayó que devolver la fabricación a EE.UU.—presumiblemente el objetivo final de la administración Trump—no sucederá de la noche a la mañana, si es que llega a ocurrir. La cadena de suministro es un sistema extremadamente complejo, y cada empresa debe considerar lo que es mejor para sus consumidores, negocios y empleados. La ESA espera que todas las partes involucradas puedan alcanzar una solución que no dañe la industria de los videojuegos ni a los consumidores estadounidenses.

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