La tecnología wearable, como los relojes inteligentes y los anillos de seguimiento de salud, se ha vuelto cada vez más popular. Estas herramientas permiten monitorizar constantemente patrones de sueño, ritmo cardíaco e incluso niveles de oxígeno en sangre. Aunque los estudios demuestran que fomentan estilos de vida más activos y saludables, el acceso constante a datos puede resultar abrumador para muchos usuarios.
Un estudio reciente publicado en el Journal of the American Heart Association reveló que el uso de dispositivos para monitorear condiciones como la fibrilación auricular puede aumentar la ansiedad relacionada con la salud. Según la terapeuta Kate Miskevics, aunque estos dispositivos pueden motivar el logro de objetivos, también pueden generar obsesión o fijación malsana por los datos.
Joanna Hardis, especialista en ansiedad, explica que la atención constante a estos datos entrena al cerebro a preocuparse, creando un ciclo negativo de revisión compulsiva y estrés. Este fenómeno se agrava cuando los usuarios tienen dificultades para interpretar o gestionar la información, según el neurocientífico Robert Goldel. Un estudio de 2019 de la Universidad de Copenhague indicó que muchas personas confían en los datos de los wearables como si fueran consejos médicos, lo que incrementa miedos y ansiedades innecesarias.
Miskevics añade que el acceso constante a los datos, a través de notificaciones frecuentes, puede ser difícil de ignorar y contribuir al desgaste mental. A pesar de estos desafíos, la popularidad de los wearables sigue en aumento; según el Pew Research Center, casi uno de cada cinco adultos en Estados Unidos utiliza regularmente uno de estos dispositivos.
Para reducir el impacto negativo de la tecnología wearable, los expertos recomiendan evaluar cómo utilizamos estos dispositivos. Hardis sugiere evitar el seguimiento obsesivo de métricas como las fluctuaciones del ritmo cardíaco y enfocarse en objetivos concretos, como entrenar para una carrera. Si los datos generan más miedo que beneficio, es momento de replantearse la relación con el dispositivo.
Miskevics aconseja desactivar notificaciones innecesarias y establecer descansos tecnológicos para reducir distracciones. Estos momentos de desconexión, asegura, fomentan la atención plena y mejoran la salud mental.
Si se detecta una tendencia a revisar compulsivamente los datos, Hardis recomienda ser intencional al romper este hábito. Aunque inicialmente puede resultar incómodo, es necesario para evitar que la compulsión y la ansiedad se fortalezcan. Practicar técnicas de atención plena, como enfocarse en los sentidos o la sensación del suelo bajo los pies, ayuda a mantenerse en el presente y evitar la espiral de preocupaciones.
Por su parte, Goldel subraya la importancia del descanso para mantener una buena salud mental. Aconseja observar las rutinas diarias, asegurándose de incluir pausas y priorizar un sueño reparador, en lugar de depender exclusivamente del wearable para rastrearlo.