Esta función de Snapchat se basa en un algoritmo que califica a los amigos según la cantidad de intercambios de mensajes y snaps, lo que puede llevar a una competencia no saludable por la atención. Algunos adolescentes sienten presión por mantenerse en la parte superior de la lista de amigos de sus contactos, lo que puede afectar negativamente su autoestima y bienestar emocional.
Los expertos advierten que esta herramienta puede exacerbar la ansiedad y la inseguridad entre los jóvenes, quienes ya enfrentan desafíos en su búsqueda de validación social en línea. Es fundamental que los padres y educadores estén al tanto de este tipo de funciones y apoyen a los adolescentes en la navegación de las complejidades de las redes sociales.
La ansiedad digital se manifiesta de diversas formas, pero una de las más recientes y destacadas es a través de Snapchat+, el servicio de suscripción de la aplicación que por 4 dólares al mes permite a los usuarios descubrir su «posición» en el círculo de amistades. La peculiaridad de esta función radica en su representación metafórica del sistema solar, donde ser «Mercurio» significa ser el amigo más cercano, mientras que ser «Urano» o «Neptuno» sugiere una distancia emocional considerable.
Esta característica, aunque innovadora, ha añadido una capa de complejidad a las dinámicas sociales adolescentes. Callie Schietinger, una joven de 15 años de Yorktown, N.Y., expresó cómo esta herramienta puede confundir la línea entre las amistades digitales y las reales, exacerbando la ya complicada naturaleza de las relaciones juveniles. La tensión se hizo evidente en su experiencia personal cuando su novio descubrió que ocupaba la posición de Neptuno, desencadenando un conflicto por celos.
La adopción de Snapchat+ por más de 20 millones de adolescentes en EE.UU., a pesar de que la mayoría no paga por el servicio, refleja la profunda integración de la aplicación en la vida social juvenil. Sin embargo, las implicaciones de conocer el «rango» de amistad han llevado a rupturas y desencantos, empujando a algunos a cuestionar la necesidad de esta validación externa.
El entorno digital actual, saturado de funciones sociales diseñadas para maximizar la participación, enfrenta un creciente escrutinio. Legisladores, profesionales de la salud y padres de familia expresan su preocupación por el impacto de estas plataformas en la salud mental de los jóvenes. La iniciativa legislativa en Florida y las demandas contra los propietarios de plataformas sociales en Canadá y EE.UU. son testimonio del clamor por una regulación que proteja a los menores de los potenciales daños de las redes sociales.
El sistema de «solar system» de Snapchat+, pese a ser solo una de más de 30 funciones disponibles, simboliza las complejidades de la interacción social mediada por tecnología. Aunque la intención pueda ser personalizar la experiencia del usuario, la posibilidad de apagar estas funciones no elimina las dinámicas de competencia y exclusión que fomentan.
En este contexto, la historia de Callie y los testimonios de otros jóvenes como Maximilian Milovidov y Isabelle da Costa reflejan una lucha generacional con la autoestima y la amistad en la era digital. La búsqueda de validación externa a través de rankings y emojis plantea preguntas fundamentales sobre el valor de la autenticidad y la conexión humana en un mundo cada vez más conectado pero emocionalmente fragmentado.
