La reciente iniciativa de la startup Spines, que planea publicar hasta 8,000 libros el próximo año utilizando inteligencia artificial (IA), ha generado críticas entre escritores y editores. La empresa propone cobrar a los autores entre 1,200 y 5,000 dólares por servicios que incluyen edición, corrección, formateo, diseño y distribución, todo asistido por IA. Este enfoque ha sido calificado de oportunista por diversos actores del sector editorial.
Spines ha asegurado que los autores conservarán el 100% de sus regalías, presentándose como una «plataforma de publicación» y no como una editorial de autoedición o de vanidad. Sin embargo, esta afirmación ha sido cuestionada por figuras del sector como Deidre J Owen, cofundadora de Mannison Press, quien insiste en que Spines actúa como una editorial de vanidad. La crítica se centra en la automatización del proceso editorial, que según algunos, minimiza la atención y el cuidado necesarios para la creación literaria.
La preocupación por el uso de IA en la publicación de libros no solo se centra en la calidad y originalidad de los textos, sino también en las implicaciones éticas y legales. Anna Ganley, directora ejecutiva de la Society of Authors, ha advertido a los autores sobre los riesgos de los contratos donde se paga por publicar, especialmente si se basan en sistemas de IA que podrían haber sido entrenados con contenido protegido por derechos de autor sin autorización.
Spines promete reducir el tiempo de publicación a dos o tres semanas, un objetivo que también persigue Microsoft con su nuevo sello editorial. Esta tendencia hacia la aceleración de los procesos editoriales mediante IA plantea interrogantes sobre el futuro del sector y la preservación de la calidad literaria. La reciente colaboración entre HarperCollins y Microsoft para entrenar modelos de IA con títulos seleccionados, con el consentimiento de los autores, destaca la creciente integración de la tecnología en la industria editorial.