La NASA se alista para un nuevo y ambicioso aterrizaje en la Luna, previsto no antes de septiembre de 2026. A diferencia de las históricas misiones Apolo, que aterrizaron cerca del ecuador lunar hace más de 50 años, los próximos astronautas de la misión Artemis se dirigirán al polo sur de la Luna, un lugar que alberga condiciones extremas y, crucialmente, depósitos de agua congelada.

Ilustración de un módulo de aterrizaje lunar de la NASA en la superficie de la Luna, en el marco de las misiones Artemis. El módulo, con el logotipo de la NASA visible, está diseñado para soportar las condiciones extremas del polo sur lunar. A su alrededor, se observan dos astronautas realizando actividades en la superficie lunar, con la Tierra visible en el fondo del oscuro cielo lunar.

El polo sur lunar es una región que ha captado el interés de la NASA debido a sus depósitos de hielo, escondidos en áreas conocidas como «Regiones de Sombra Permanente» (PSR, por sus siglas en inglés), lugares donde el sol apenas roza el horizonte y proyecta sombras prolongadas. Estas sombras y temperaturas mínimas que pueden alcanzar los -334 grados Fahrenheit convierten a la región en una de las más frías del sistema solar, lo que representa un desafío importante en términos de tecnología y adaptación humana. Para ello, la NASA trabaja en el diseño de trajes espaciales que soporten estas extremas condiciones y permitan a los astronautas desarrollar su trabajo en este entorno hostil.

La agencia ha reducido la lista de posibles sitios de aterrizaje a nueve zonas en el polo sur lunar, seleccionadas en función de su potencial científico y acceso a recursos. Según Sarah Noble, líder científica de la misión Artemis, el polo sur de la Luna ofrece acceso a uno de los terrenos más antiguos del satélite y zonas oscuras donde es posible encontrar agua y otros compuestos valiosos. Esto representa una oportunidad para expandir el conocimiento científico, así como para llevar a cabo investigaciones que no serían posibles en otras áreas de la Luna.

Además de su valor para la investigación, el hielo es esencial para establecer una base lunar, ya que puede proveer agua potable y oxígeno para los astronautas. También puede ser descompuesto en oxígeno e hidrógeno, ingredientes clave para fabricar combustible de cohetes, e incluso utilizado como protección frente a la radiación. Esta versatilidad del agua resulta estratégica para el establecimiento de una base autosostenible en la Luna, un objetivo esencial en el marco de las misiones Artemis.

Uno de los principales objetivos de la misión Artemis es preparar a los astronautas para futuras misiones de exploración en el espacio profundo, en particular a Marte, con misiones proyectadas para la década de 2030. Antes de llegar a Marte, la NASA necesita probar y optimizar las tecnologías de exploración en la Luna, donde planea utilizar vehículos como el Lunar Terrain Vehicle, que permitirá a los astronautas explorar distancias mayores y llevar a cabo investigaciones más detalladas que en el pasado.

La exploración lunar no está exenta de desafíos legales. Aunque el Tratado del Espacio Ultraterrestre establece que ningún país puede reclamar soberanía sobre el territorio lunar, las exploraciones sí permiten la extracción de materiales esenciales para la supervivencia y el avance científico. Así, la NASA se encuentra en la tarea de afinar sus planes para aterrizar en el polo sur lunar, sopesando factores como el acceso al hielo y las oportunidades de investigación científica que ofrecerá cada sitio propuesto.

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