A unas 10 millas de la costa de Aberdeen, en Escocia, se alzan cinco enormes turbinas eólicas que generan suficiente electricidad limpia para abastecer a unas 35,000 viviendas escocesas. Aunque este parque eólico marino, conocido como Kincardine, es pequeño en comparación con otros parques en la costa este de Reino Unido, representa un avance significativo en la tecnología de energías renovables: es el parque eólico flotante más grande del mundo.
A diferencia de las turbinas tradicionales que están ancladas al fondo marino, las turbinas de Kincardine se asientan sobre bases flotantes ancladas al lecho marino mediante cables, lo que permite su instalación en aguas mucho más profundas, de hasta 80 metros. Este diseño innovador es esencial para explotar los recursos eólicos en aguas profundas, donde se estima que se encuentra el 80% del potencial eólico marino mundial.
El diseño de las bases flotantes de Kincardine consiste en una estructura triangular que flota gracias a tres columnas, dos de las cuales están equilibradas con tanques de agua. Aunque existen otros diseños, como cilindros verticales flotantes estabilizados con materiales pesados, la tecnología flotante está destinada a superar las limitaciones de los parques eólicos tradicionales, que no pueden instalarse en profundidades mayores a 60 metros.
Este avance no es del todo nuevo. Se basa en tecnologías desarrolladas por la industria de combustibles fósiles, que comenzó a usar plataformas flotantes en la década de 1960. Es por esto que países como Noruega, Reino Unido e Italia, con grandes industrias petroleras, lideran este sector emergente.
El potencial de los parques eólicos flotantes es enorme, especialmente en áreas con vientos más fuertes en alta mar. A pesar de que actualmente la capacidad eólica flotante del Reino Unido es de solo 80 MW, en comparación con los 14 GW de parques eólicos fijos, se espera que esta situación cambie drásticamente en las próximas décadas.
Sin embargo, el camino no está exento de desafíos. El mayor obstáculo es el coste, ya que producir energía a partir de turbinas flotantes es significativamente más caro que con turbinas fijas. Se espera que esta diferencia de costos se reduzca para la década de 2030, gracias a políticas de apoyo adecuadas y avances tecnológicos.
Otro desafío importante es la infraestructura portuaria británica, que actualmente es insuficiente para manejar las dimensiones de las turbinas y las bases flotantes. Se estima que se necesitarán miles de millones en inversiones para ampliar y modernizar los puertos, permitiendo así la fabricación y ensamblaje de estas estructuras gigantescas.
A pesar de estos retos, la industria eólica del Reino Unido ve una gran oportunidad en la tecnología flotante, no solo para impulsar su capacidad de generación de energía, sino también para convertirse en un líder industrial global en esta tecnología emergente. Empresas británicas como Rovco, que se especializa en soluciones de datos para desarrolladores eólicos marinos, están experimentando un rápido crecimiento y podrían convertirse en actores clave en este sector en expansión.