¿Pueden los chatbots de inteligencia artificial empaquetados dentro de adorables peluches ofrecer una alternativa viable al tiempo de pantalla para los niños?

Esa es la forma en que las compañías que venden estos compañeros infantiles potenciados por IA los están comercializando, pero la periodista Amanda Hess de The New York Times tiene algunas reservas al respecto.

Un encuentro perturbador con la IA infantil

Hess relata una demostración en la que Grem, uno de los productos de la startup Curio, intentó conectar con ella. La empresa también vende un peluche llamado Grok, sin conexión aparente con el chatbot propiedad de Elon Musk.

Durante esta interacción, Hess escribe que supo inmediatamente: «No presentaría a Grem a mis propios hijos». Mientras hablaba con el chatbot, se convenció de que era «menos una mejora al oso de peluche sin vida» y más bien «un reemplazo para mí».

¿Una falsa solución al tiempo de pantalla?

La periodista argumenta que, aunque estos juguetes parlantes podrían mantener a los niños alejados de una tablet o la pantalla del televisor, lo que realmente están comunicando es que «el punto final natural de la curiosidad de los niños se encuentra dentro de sus teléfonos».

Esta observación plantea preguntas importantes sobre si estos dispositivos realmente resuelven el problema del tiempo de pantalla o simplemente lo disfrazan de una manera más sutil y potencialmente más invasiva.

El experimento familiar

Hess informa que, eventualmente, sí permitió que sus hijos jugaran con Grem, pero solo después de haber removido y ocultado la caja de voz del dispositivo. Los niños continuaron hablándole y jugando con el peluche; luego estuvieron listos para ver algo de televisión.

Este resultado sugiere que la magia no estaba realmente en la tecnología de IA, sino en la imaginación natural de los niños y su capacidad innata para el juego creativo. El peluche funcionó igual de bien sin su cerebro artificial que con él.

Implicaciones para el futuro de los juguetes

El caso de los peluches con IA ilustra una tensión más amplia en la industria de juguetes moderna: la presión de incorporar tecnología en productos que tradicionalmente han prosperado en su simplicidad. Mientras las empresas como Curio prometen revolucionar el tiempo de juego, la experiencia real sugiere que los niños pueden no necesitar – o incluso preferir – estas mejoras tecnológicas.

La pregunta fundamental que surge es si estamos resolviendo un problema real o creando dependencias tecnológicas innecesarias desde una edad temprana. Los padres, ya preocupados por el impacto del tiempo de pantalla, ahora deben considerar si los juguetes aparentemente libres de pantalla realmente ofrecen la alternativa saludable que prometen.

Los peluches con IA representan una nueva frontera en la intersección entre tecnología e infancia, pero como sugiere la experiencia de Hess, quizás la mejor tecnología para los juguetes infantiles sigue siendo la imaginación humana.

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