Una startup biotecnológica está cultivando tumores reales de pacientes en tres dimensiones a bordo de la Estación Espacial Internacional

En un laboratorio ubicado a más de 400 kilómetros sobre la Tierra, se está desarrollando una nueva generación de investigación contra el cáncer. Una startup biotecnológica está aprovechando el ambiente de microgravedad de la Estación Espacial Internacional para estudiar cómo crecen los tumores reales de pacientes y cómo responden a los medicamentos anticancerígenos, un trabajo que podría llevar a tratamientos más precisos y personalizados en la Tierra.

La revolución de los microtumores en el espacio

En el corazón de este esfuerzo se encuentra un sistema desarrollado por Encapsulate, una compañía biotecnológica fundada por investigadores del cáncer. Su tecnología permite que las muestras de tumores vivos, obtenidas de biopsias de pacientes, se cultiven como pequeños tumores tridimensionales. A diferencia de los cultivos celulares convencionales, estos microtumores imitan más de cerca la complejidad del cáncer humano, especialmente en las condiciones únicas del espacio.

Ocho imágenes microscópicas de esferas celulares teñidas con colores fluorescentes azul y rojo, sobre fondo negro. Representan muestras biológicas observadas posiblemente para análisis de actividad celular o expresión genética.

La microgravedad – el estado casi ingrávido que se experimenta en órbita – cambia la forma en que las células interactúan y se organizan. En la Tierra, la gravedad tira las células hacia abajo, limitando frecuentemente cómo se ensamblan en una placa de Petri. Pero en el espacio, los tumores pueden desarrollarse de maneras que los científicos dicen que pueden reflejar mejor cómo se comportan en el cuerpo humano.

Inversión millonaria en investigación espacial

El equipo de Encapsulate está utilizando el ambiente estable de microgravedad de la ISS como laboratorio, enviando sus dispositivos de tumor-en-chip a órbita en pequeños laboratorios autosuficientes y monitoreándolos remotamente.

Como parte del programa In Space Production Applications de la NASA, la investigación de Encapsulate ganó recientemente nuevo impulso a través de subvenciones sustanciales. La compañía recibió $3.63 millones de la NASA y otros $1.25 millones de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Estas inversiones están impulsando tanto el desarrollo técnico como un estudio clínico más amplio en asociación con múltiples centros de cáncer prominentes en Estados Unidos.

Estudio clínico con 200 pacientes

El estudio clínico, actualmente en marcha, reúne a UConn Health, Moffitt Cancer Center, Memorial Sloan Kettering Cancer Center y otras instituciones médicas. La investigación utilizará los chips de Encapsulate para analizar tejido tumoral de hasta 200 pacientes con cánceres colorrectal y pancreático. La esperanza es que al observar las reacciones de los tumores a la quimioterapia en órbita, el estudio pueda destacar qué medicamentos funcionan mejor para cada paciente.

Resultados prometedores desde el espacio

Los resultados preliminares han sido prometedores, según los investigadores involucrados. Los experimentos han revelado que los tumores pueden comportarse de manera diferente en el espacio que en la Tierra, a veces respondiendo a tratamientos con reacciones no vistas en laboratorios terrestres. Estas diferencias sugieren posibles nuevos marcadores para predecir cómo los cánceres podrían propagarse o resistir ciertos medicamentos.

Automatización total para uso espacial

El sistema de Encapsulate está completamente automatizado para su uso en el espacio, requiriendo solo una acción mínima de los astronautas – esencialmente conectar un dispositivo preprogramado. Los investigadores en tierra luego monitorean el crecimiento de los minitumores y la respuesta a los medicamentos, recopilando datos que podrían cambiar cómo los oncólogos clínicos abordan las decisiones de tratamiento.

Los socios en los ensayos clínicos dicen que el objetivo final es eliminar gran parte de las conjeturas en la selección de terapias contra el cáncer. Al probar tumores derivados de pacientes en un modelo tridimensional realista antes de administrar cualquier medicamento al paciente, los clínicos podrían evitar tratamientos ineficaces y moverse más rápidamente hacia opciones adaptadas para cada caso.

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