Un nuevo informe del Panel Internacional sobre el Entorno de la Información expone cómo instituciones poderosas manipulan la narrativa climática para proteger intereses económicos de corto plazo.

Poderosos actores orquestan una campaña sistemática de desinformación climática

Las teorías conspirativas y la información engañosa están socavando la confianza pública en la ciencia climática y justificando la inacción de los actores clave, según un nuevo informe del Panel Internacional sobre el Entorno de la Información (IPIE).

«La desinformación climática está siendo amplificada por instituciones con el poder de moldear narrativas y suprimir verdades inconvenientes. Mientras estos actores continúen manipulando el flujo de información, las perspectivas para una acción climática efectiva y equitativa permanecerán peligrosamente fuera del alcance», explicó Ece Elbeyi, científica consultora del IPIE y autora principal del informe.

Elbeyi y sus colegas revisaron exhaustivamente 300 estudios y encontraron que actores poderosos – incluyendo gobiernos, corporaciones y productores de combustibles fósiles – «intencionalmente difunden narrativas inexactas o engañosas» sobre el cambio climático causado por humanos. «El resultado es una disminución en la confianza pública, coordinación política debilitada, y un ciclo de retroalimentación entre el negacionismo científico y la inacción política», escribieron.

El IPIE encontró una «brecha severa en la investigación» sobre la integridad de la información climática en el Sur Global, que enfrenta los peores impactos de la crisis.

«La integridad de la información climática está bajo ataque sistemático y esto no es un accidente», señaló Sebastian Valenzuela, presidente del Comité Científico y Metodológico del IPIE. «Cuando las instituciones de confianza – corporativas, políticas y mediáticas – se convierten en los motores de la falsedad, debilitan nuestra capacidad de actuar en interés público».

Trump identificado como «influencer clave» en la propagación de mentiras climáticas

Uno de los principales diseminadores de desinformación climática, como era de esperarse, es la industria de combustibles fósiles. Con la mayor huella de carbono de cualquier sector, estas compañías han participado en una «doble decepción» del público, empleando diversas técnicas para negar la realidad del cambio climático por un lado, y desplegando greenwashing para retratarse como empresas sostenibles por el otro.

Los medios tradicionales y las redes sociales han «fallado al público» en términos de información climática, dijeron los autores. Los medios conservadores o de derecha «dan prioridad y amplifican la negación, escepticismo y teorías conspirativas respecto al cambio climático», mientras que los bots y trolls de redes sociales promueven el discurso negacionista. En Estados Unidos, nueve de los 10 principales shows online son de derecha y niegan el cambio climático.

El IPIE destacó cómo gobiernos como Rusia y partidos políticos de derecha – desde el Partido Vox y AfD en Europa hasta el Partido Republicano en Estados Unidos – han magnificado el negacionismo climático y la desinformación. Investigación separada muestra que casi un cuarto de los miembros del Congreso estadounidense el año pasado eran negacionistas climáticos, todos republicanos. Encuestas públicas han encontrado que solo el 14% de los votantes republicanos se sienten amenazados por la crisis climática.

Por ello no sorprende que el IPIE nombrara al presidente Donald Trump como un «influencer clave» para la desinformación climática, ya que sus «falacias lógicas, afirmaciones infundadas y selección sesgada de hallazgos fueron fuertemente retuiteadas por otros usuarios». De hecho, cerca de un cuarto de los tweets relacionados con su anuncio de la retirada estadounidense del Acuerdo de París se originaron desde cuentas bot, profundizando los vínculos entre redes sociales, política de derecha y desinformación climática.

Además de los medios, un tercer canal de comunicación incluye «reportes de sostenibilidad corporativa e intercambios cerrados entre intereses empresariales y formuladores de políticas». Juntos, estos canales «permiten a las élites servir ganancias económicas y políticas de corto plazo» a expensas de los intereses públicos de largo plazo.

La desinformación evoluciona: de la negación al escepticismo estratégico

Los investigadores encontraron que las estrategias de desinformación climática están cambiando de la negación directa al «escepticismo estratégico». Las campañas ahora buscan desacreditar la eficacia, costos o equidad de las soluciones climáticas propuestas.

Mientras que el escepticismo reconoce que la crisis climática existe, «enturbia las aguas del entorno informativo, cambiando el tema del cambio climático y confundiendo los asuntos científicos de causa, efecto y remedios». Nuevamente, los empleadores más prominentes de esta táctica son la industria de combustibles fósiles, movimientos populistas de derecha, y alianzas de empresas y formuladores de políticas apoyados por think tanks conservadores y organizaciones benéficas.

Los formuladores de políticas son, de hecho, un objetivo clave de la desinformación. Mucha de la información canalizada por intereses poderosos hacia las instituciones públicas es «incorrecta e incofiable», y las fuentes de esta desinformación – desde lobbies industriales hasta «científicos contratados» – típicamente quedan fuera del escrutinio público. El IPIE sugirió que los legisladores están sujetos a informes de políticas partidistas y campañas de greenwashing de empresas.

El impacto tangible en la confianza pública

Toda esta desinformación tiene un impacto tangible en la confianza pública. Las teorías conspirativas alimentan la desilusión y hacen que los ciudadanos sean escépticos tanto de las instituciones como de su propia capacidad para contribuir al cambio. «Las élites económicas y políticas promueven el escepticismo climático, que alimenta la oposición pública a las políticas climáticas. Esto, a su vez, se retroalimenta en la arena política e impacta negativamente el desarrollo y toma de decisiones políticas», explicaron los autores.

Las encuestas muestran que naciones prósperas como Estados Unidos, Australia y Alemania tienden a tener mayores tasas de escepticismo climático, a pesar de ser más alfabetizadas ambientalmente. Pero una de las encuestas climáticas globales más grandes jamás realizadas encontró que el 53% de las personas estaban más preocupadas por la crisis climática en 2024, y más de dos de cada cinco culparon a sus gobiernos como el principal culpable.

Sin embargo, menos de la mitad dijeron que sus naciones lo estaban haciendo bien para abordar el cambio climático, y un cuarto pensó lo contrario. De hecho, el 80% de los consumidores creen que su país debería fortalecer sus compromisos climáticos.

En otra gran encuesta de 130,000 participantes de 125 países el año pasado, el 89% de las personas dijeron que querían ver más acción política para combatir la crisis climática.

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