En la reciente edición del Festival de Eurovisión, celebrada en Basilea, Suiza, la cantante israelí Yuval Raphael ganó el voto del público con su actuación, pero terminó en segundo lugar tras la votación del jurado. La controversia ha surgido en torno a la facilidad con la que se puede manipular el sistema de votación.

El evento tuvo lugar el sábado por la noche, donde el cantante austriaco JJ se coronó campeón con su tema Wasted Love. Sin embargo, la victoria de Raphael en la votación pública ha levantado numerosas interrogantes, especialmente en el contexto de las críticas que enfrenta Israel a raíz de la situación en Gaza.

El sistema de televotación de Eurovisión presenta vulnerabilidades que pueden ser explotadas. Según el periodista Juan Carlos Piña, cuando los votantes ingresan al sitio de Eurovisión, se les pide que indiquen su país y eligen a los candidatos, pudiendo emitir un máximo de 20 votos por una tarifa de €1.09 por voto mediante tarjeta bancaria o mensajes de texto más caros. No se requiere verificar la identidad con el nombre completo, lo que permite a un solo usuario acumular 20 votos desde una tarjeta de crédito y una dirección de correo electrónico.

La página oficial de Eurovisión también dejó entrever esta debilidad, felicitando a los votantes de diferentes países y aclarando que “cada tarjeta de pago está limitada a una transacción, sin importar el número de votos emitidos”. Esto sugiere que cualquier grupo mobilizado podría influir considerablemente en los resultados de la votación.

La crítica hacia el sistema no se limita al público; expertos como Justo Carracedo, pionero en investigación sobre votación electrónica, apuntan que para considerarse legítimo, un sistema de votación debe definido claramente a sus electores y asegurar que cada uno vote solo una vez. Carracedo enfatiza que el sistema actual de Eurovisión, que permite la votación masiva, carece de la seguridad y transparencia necesarias.

A lo largo de la noche, se registraron más de 111,000 votos en línea en España, junto a más de 7,000 por teléfono y más de 23,000 mediante SMS. La estructura actual permite que un grupo relativamente pequeño y organizado de personas logre un impacto significativo, desdibujando así el voto popular que normalmente se basa en preferencias musicales.

Luis Panizo, profesor de la Universidad de León, advierte sobre la falta de fiabilidad en sistemas de votación electrónica que no sean verificables. Para garantizar la transparencia, todos los aspectos del proceso electoral deben ser auditables, desde el código del sistema hasta la publicación de resultados.

Por último, se ha especulado que las campañas coordinadas en redes sociales pudieron haber influido en la votación. A pesar de que algunas empresas ofrecen sistemas más avanzados de votación electrónica, estas no han sido ampliamente adoptadas en contextos relevantes, priorizándose la facilidad de uso por parte de los votantes.

La polémica en torno a Eurovisión, especialmente en el contexto del sufrimiento en Gaza, mantiene a la comunidad internacional debatiendo la interacción entre la música, el activismo y la manipulación de sistemas de votación. ¿Será este un llamado a la revisión de procesos en eventos de tal magnitud? Solo el tiempo lo dirá.

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