El desafío de alcanzar la energía de fusión comercial ha sido el objetivo de ingeniería más ambicioso durante las últimas ocho décadas. Un solo gramo de isótopos de hidrógeno puede liberar la misma energía que 11 toneladas de carbón, lo que sugiere que un reactor de fusión práctico podría proporcionar energía ilimitada y limpia para la humanidad a largo plazo. Por ello, se han destinado miles de millones de euros por parte de gobiernos e industrias en esta causa.

A pesar de que la fusión es relativamente fácil de conseguir en condiciones extremas como las del sol o en armas de hidrógeno, desarrollar un reactor que produzca más energía de la que consume es sumamente complejo. El principal desafío no es únicamente fusionar átomos, sino crear las condiciones adecuadas para que la reacción de fusión sea autosostenible y produzca un excedente de energía.

Para ello, es esencial alcanzar temperaturas de entre 100 y 150 millones de °C y presiones de cinco a diez atmósferas en el punto de reacción, mientras se mantiene un plasma de alta energía estable durante al menos diez segundos. En este sentido, el WEST Tokamak ha superado las expectativas, logrando mantener su reacción durante 1,337 segundos, un avance significativo respecto a la marca de 1,066 segundos alcanzada por China en enero de 2025.

Este experimento no solo estaba orientado a mantener la reacción en curso, sino a garantizar que los componentes del reactor permanecieran sin erosión ni contaminación. El próximo objetivo del CEA es extender la duración de estas reacciones hasta alcanzar varias horas, aumentándolas progresivamente en temperatura. Aunque el WEST no será un reactor comercial, la información obtenida será crucial para el desarrollo de tecnologías más avanzadas, como el ITER, que se está construyendo en el sur de Francia.

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