Tras los problemas en el vuelo de prueba de la nave Starliner de Boeing, que dejó a su tripulación varada en el espacio, la NASA ha decidido utilizar la cápsula Dragon de SpaceX para los próximos vuelos tripulados a la Estación Espacial Internacional (ISS). Mientras tanto, la agencia espacial evaluará cómo proceder con la problemática nave de Boeing.

Esta semana, la NASA confirmó que la misión Crew-10 de SpaceX con su cápsula Crew Dragon será lanzada en febrero de 2025, seguida de la misión Crew-11 en julio de 2025. Esto retrasa el próximo intento de Boeing con su CST-100 Starliner, que estaba previsto para principios del próximo año. Sin embargo, el primer vuelo tripulado de prueba de Starliner resultó un fracaso, lo que deja a Boeing lejos de obtener la certificación necesaria para su nave.

La nave espacial CST-100 Starliner de Boeing en órbita, flotando sobre la Tierra. La nave está capturada en primer plano mientras se aproxima a la Estación Espacial Internacional (ISS). En el fondo, se puede ver la curvatura del planeta con una vista de nubes blancas y el océano azul, proporcionando una impresionante perspectiva del espacio exterior. La compuerta de acoplamiento de la nave está abierta, lista para unirse a la ISS.

La NASA está considerando varias opciones para la certificación del sistema de Boeing, incluyendo un posible vuelo de Starliner en 2025. Sin embargo, aún no se ha determinado si ese vuelo incluirá una tripulación o si la nave volará sin pasajeros a la ISS.

El fracaso del vuelo de prueba ha sido un duro golpe para Boeing, que aún no ha completado su contrato de 4.300 millones de dólares bajo el Programa de Tripulación Comercial de la NASA. La Starliner fue concebida en 2010, basada en la experiencia de Boeing en la construcción de naves espaciales desde la época del Apollo. No obstante, su desarrollo ha estado plagado de retrasos y fallos técnicos.

En 2014, NASA otorgó contratos tanto a Boeing como a SpaceX para desarrollar naves capaces de transportar tripulación y carga a la ISS. Mientras que Boeing era un gigante consolidado en la industria aeroespacial, SpaceX era entonces un recién llegado con mucho que demostrar. En los últimos cuatro años, SpaceX ha superado las expectativas al lanzar nueve tripulaciones a la ISS, mientras Boeing sigue luchando por certificar su primera misión tripulada.

El primer vuelo no tripulado de Starliner en 2019 tampoco salió según lo planeado. Aunque la nave logró llegar al espacio, un fallo en el software automatizado provocó un gasto excesivo de combustible, impidiendo que la nave alcanzara la ISS. Un temporizador de misión defectuoso causó que la nave calculase incorrectamente su posición en el espacio. Este error obligó a la NASA a solicitar un segundo vuelo de prueba antes de permitir que una tripulación volara a bordo.

Boeing completó el segundo vuelo no tripulado, conocido como OFT-2, en mayo de 2022. A pesar de algunos problemas menores, como el fallo de un propulsor, esta misión allanó el camino para el vuelo tripulado que se llevó a cabo en 2023, aunque con los problemas ya mencionados.

El retiro de los transbordadores espaciales en 2011 dejó a la NASA en busca de alternativas para transportar a sus astronautas a la ISS. Durante años, la agencia dependió de la nave Soyuz de Rusia, lo que impulsó la inversión en el sector privado para desarrollar nuevas naves espaciales. Aunque SpaceX ha sido un éxito indiscutible en este esfuerzo, la NASA sigue buscando que Boeing también logre certificar su Starliner, con el objetivo de contar con dos proveedores comerciales para los vuelos a la ISS.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí