En las recientes elecciones generales, un fenómeno inesperado ha emergido en las redes sociales: adolescentes y jóvenes adultos, sin intención inicial de influir políticamente, se han convertido en poderosos comunicadores de mensajes políticos. Ejemplos notables incluyen a Tolu, una joven de 15 años de Londres, y Will, de 16 años, de Somerset, cuyas publicaciones en TikTok han alcanzado miles de visualizaciones, a veces superando a las de los partidos políticos oficiales.
Tolu publicó un vídeo criticando la retórica anti-inmigración de los políticos y, para su sorpresa, este alcanzó a decenas de miles de personas. Por otro lado, Will compartió clips de políticos con los que está de acuerdo, enfocándose en temas como el crimen con cuchillo y el apoyo al Brexit, obteniendo cientos de miles de vistas. Estos jóvenes no son casos aislados; muchos otros, con diversas opiniones políticas, han visto cómo sus publicaciones alcanzan una amplia difusión.
Este fenómeno es facilitado por los algoritmos de las plataformas como TikTok, Instagram y X (anteriormente Twitter), que promueven contenido basado en su potencial de interacción, más que en la cantidad de seguidores del usuario. Esto ha permitido que jóvenes como Tolu y Will, sin una base de seguidores establecida, logren una gran visibilidad.
Investigaciones han revelado que alrededor del 90% del contenido político en las redes de usuarios menores de 35 años proviene de otros usuarios y no de los partidos políticos. Influencers accidentales, de entre 16 y 31 años, han promediado medio millón de vistas por publicación, con algunos alcanzando hasta un millón de vistas.
Este alcance masivo puede alentar a los jóvenes a participar en el proceso democrático, pero también conlleva responsabilidades significativas. Algunos influencers han sido objeto de abusos y amenazas, y otros han compartido información errónea. La virulencia del contenido político puede tener tanto efectos positivos, como aumentar la participación y el conocimiento, como negativos, incluyendo la difusión de desinformación y la exposición a amenazas.
Ejemplos como Alex, un joven de 20 años de West Yorkshire, muestran cómo el contenido político puede moldear las percepciones. Alex comenzó a publicar sobre temas políticos después de que más contenido de Reform UK apareciera en su feed, alcanzando rápidamente decenas de miles de visualizaciones. Sin embargo, también ha recibido amenazas debido a sus publicaciones.
Además, la evolución de las plataformas de redes sociales desde la última elección ha hecho que la publicidad política pagada reciba menos atención en comparación con el contenido generado por usuarios individuales. Esto plantea interrogantes sobre la regulación y la veracidad de la información compartida, ya que estos influencers no están sujetos a las mismas normas que los medios de comunicación tradicionales.