Colorado emite una ley que busca proteger los datos cerebrales

Con la firma del Gobernador Jared Polis, Colorado se adelanta en la batalla por la privacidad con una nueva legislación que considera las ondas cerebrales como «información sensible». Este nuevo marco legal, integrado en la Ley de Privacidad de Colorado, coloca a los datos neuronales al mismo nivel de protección que los datos biométricos como huellas dactilares y reconocimiento facial.

La promulgación de esta ley surge en un contexto donde las neurotecnologías, incluyendo proyectos como Neuralink de Elon Musk, están ganando terreno. Estas tecnologías, que permiten traducir pensamientos en acciones y prometen avances en el tratamiento de enfermedades mentales y la mejora del enfoque cognitivo, presentan desafíos significativos en términos de privacidad. La ley destaca la «divulgación involuntaria de información» que pueden provocar estas tecnologías al monitorear, decodificar y manipular la actividad cerebral.

En 2023, el mercado de la neurotecnología alcanzó una valoración de 13,47 mil millones de dólares y se proyecta que crezca hasta los 15,28 mil millones en 2024, según un informe de Yahoo Finance. Este crecimiento refleja la expansión del uso de la neurotecnología más allá de los laboratorios, abarcando ahora sectores como la terapia y el transporte por carretera.

La ley de Colorado es pionera en tratar las neurotecnologías utilizadas fuera de un contexto médico como productos de consumo, subrayando la necesidad de estándares regulativos y de protección de datos. Estados como California y Minnesota ya están trabajando en legislaciones similares para proteger los datos neurales.

Desde la perspectiva de los derechos, las neurotecnologías plantean riesgos para la identidad personal, la privacidad mental y el acceso equitativo a la mejora mental, según la NeuroRights Foundation. Eran Klein, profesor asociado de neurología en la Universidad de Ciencias y Salud de Oregon, expresa preocupación sobre las tecnologías de «escritura» y «lectura» neuronales. Las primeras, utilizadas para tratar enfermedades como la ELA y el Parkinson, podrían alterar la identidad y los deseos de una persona, mientras que las segundas podrían revelar pensamientos y sentimientos sin consentimiento del individuo.

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