Los smartphones han creado una crisis de salud mental en la generación Z

La dependencia de los smartphones y las redes sociales ha generado altos niveles de ansiedad, depresión y soledad entre los jóvenes de la generación Z. La constante exposición a la pantalla y la presión por mantener una imagen perfecta en las redes sociales contribuyen a un deterioro en la salud mental de esta generación. Sin embargo, existen formas de combatir esta crisis, como fomentar el uso consciente de la tecnología, establecer límites de tiempo para el uso de dispositivos electrónicos y promover el contacto social directo.

La introducción de los smartphones ha marcado un antes y un después en la forma en que vivimos y nos relacionamos, especialmente entre los más jóvenes. Según Jonathan Haidt en su reciente obra, aquellos nacidos después de 1995 se han convertido en los primeros en atravesar la pubertad con un acceso constante a un universo alternativo desde sus bolsillos, lo que ha tenido consecuencias devastadoras en su bienestar.

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, las compañías tecnológicas han transformado la infancia y la adolescencia, enganchando a los más jóvenes en etapas vulnerables de su desarrollo. El uso intensivo de redes sociales ha afectado de manera desproporcionada a las niñas, mientras que los videojuegos y sitios de contenido para adultos han tenido un mayor impacto en los niños. Este acceso sin precedentes a contenido adictivo, combinado con la disminución del juego físico y la interacción social cara a cara, ha reconfigurado el desarrollo humano de manera casi inimaginable.

La generación Z, nacida después de 1995, es la primera en experimentar la pubertad con este acceso constante a un universo alternativo, lo que ha requerido de ellos una gran parte de su conciencia para gestionar su «marca en línea», con un impacto considerable en su salud mental. Desde principios de la década de 2010, se ha observado un aumento alarmante en la ansiedad, la depresión e incluso las tendencias suicidas entre los jóvenes, un cambio drástico en comparación con la década anterior.

Este fenómeno, denominado por Haidt como «El Gran Reajuste de la Infancia», plantea un escenario comparable a crecer en un planeta distinto, como Marte, y ha convertido a la generación Z en la «Generación Ansiosa». A pesar de las objeciones iniciales y el escepticismo sobre la conexión entre el aumento de la salud mental y el uso de smartphones, la evidencia sugiere un cambio significativo en la vida de los adolescentes con la llegada de estos dispositivos en 2007.

Para enfrentar este desafío, Haidt propone una serie de soluciones colectivas que incluyen retrasar la edad a la que los niños reciben smartphones y cuentas en redes sociales, promover escuelas libres de teléfonos, y fomentar el juego no supervisado y la independencia infantil. Estas medidas, afirma, podrían conducir a mejoras significativas en la salud mental de los adolescentes en tan solo dos años.

  • Retrasar la edad a la que los niños reciben smartphones hasta después de los 14 años, proporcionándoles en su lugar teléfonos básicos sin acceso a internet.
  • Prohibir el acceso a redes sociales antes de los 16 años, para proteger a los niños durante un período crítico de desarrollo cerebral.
  • Implementar escuelas libres de teléfonos, donde los estudiantes guarden sus dispositivos durante el día escolar para enfocarse en la interacción personal y el aprendizaje.
  • Fomentar más juego no supervisado e independencia en la infancia, permitiendo que los niños desarrollen habilidades sociales y superen la ansiedad de manera natural.

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