Las grandes empresas de tecnología ganan demanda de trabajadores infantiles forzados a trabajar en minas de cobalto

El caso se centraba en acusaciones de que los niños en la República Democrática del Congo fueron obligados a trabajar en minas de cobalto, un mineral esencial para la fabricación de baterías de dispositivos electrónicos. A pesar de la decisión judicial que exime a las empresas de compensar a las víctimas, este tema ha generado un debate sobre la ética y la responsabilidad social de las empresas tecnológicas. Es importante que las empresas de tecnología sigan revisando y mejorando sus prácticas de suministro para garantizar que no estén contribuyendo inadvertidamente a la explotación infantil y a otras violaciones de los derechos humanos.

En una reciente sentencia que ha despertado polémica, un tribunal de apelaciones de Estados Unidos ha dictaminado que Apple y otras importantes empresas tecnológicas no están obligadas a compensar a las víctimas de trabajo infantil forzoso que proporcionaron cobalto para las baterías de iones de litio utilizadas en muchos dispositivos electrónicos. La demanda, presentada por antiguos mineros de la República Democrática del Congo, alegaba que Apple, Alphabet, Dell, Microsoft y Tesla violaban una ley contra la trata de personas al participar en un «emprendimiento» que implicaba trabajo forzado.

La Corte de Apelaciones del Circuito del Distrito de Columbia, en su fallo, destacó que «las empresas tecnológicas participaron en un emprendimiento con sus proveedores de cobalto al comprar el metal a través de la cadena de suministro global». Sin embargo, una corte de distrito previamente había desestimado la demanda, y un panel de tres jueces de la corte de apelaciones confirmó unánimemente la desestimación, argumentando que la compra de una cantidad no especificada de cobalto a través de la cadena de suministro global no constituye «participación en un emprendimiento» según el significado de la Ley de Reautorización de Protección de Víctimas de Trata de 2008.

Los demandantes incluían a cuatro exmineros, siete representantes legales de exmineros que aún son niños, y cinco representantes de trabajadores infantiles que murieron en operaciones de minería de cobalto. Los jueces escribieron que los mineros fueron «reclutados siendo niños para participar en operaciones mineras peligrosas y sufrieron colapsos de túneles, caídas y otros accidentes que los dejaron paralizados, desfigurados o peor». Afirmaron que fueron presionados a permanecer en las minas a pesar de las condiciones de trabajo inseguras y explotadoras.

El fallo destaca cómo compañías como Glencore, Huayou y Eurasian Resources Group obtienen cobalto de sus subsidiarias en el Congo. Glencore vende cobalto a Umicore, que luego lo refina y lo vende a Apple, Alphabet y Microsoft, así como a intermediarios que a su vez venden a Dell y Tesla. Huayou vende cobalto procesado a Apple, Dell y Microsoft, y Eurasian Resources posee una mina de la cual vende cobalto a Tesla.

Los demandantes sostenían que la cadena de suministro global de cobalto constituye un «emprendimiento» según la ley estadounidense, y que las empresas tecnológicas «participaron en ese emprendimiento con pleno conocimiento de que los proveedores de cobalto y sus empresas mineras subsidiarias empleaban y traficaban mano de obra forzada». Buscaban daños financieros, alivio injuntivo y otros remedios en nombre de ellos mismos y «una clase de mineros infantiles en situaciones similares en el Congo».

Sin embargo, los jueces de la corte de apelaciones concluyeron que los demandantes no habían alegado adecuadamente que las empresas tecnológicas participaran en un emprendimiento, ya que no existe una empresa compartida entre las compañías y los proveedores que facilitan el trabajo forzado. Los jueces argumentaron que, aunque no es necesario un vínculo empresarial formal para ser participante en un emprendimiento, se requiere algo más que llevar a cabo una transacción de compraventa ordinaria para establecer la «participación» en un emprendimiento ilegal.

Esta decisión ha resaltado la complejidad de abordar las cuestiones de responsabilidad corporativa y derechos humanos en las cadenas de suministro globales, subrayando los desafíos para vincular directamente a las grandes corporaciones tecnológicas con las prácticas de trabajo forzoso en sus cadenas de suministro, a pesar de los esfuerzos por promover prácticas laborales más humanas y estándares laborales mejorados.

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