El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) acaba de adquirir por $5.7 millones una licencia para el software de vigilancia Zignal Labs, una plataforma de monitorización de redes sociales basada en inteligencia artificial y machine learning que ya es utilizada por el ejército israelí y el Pentágono, según registros federales consultados por The Lever.
El contrato, firmado en septiembre de 2025 a través del intermediario tecnológico Carahsoft Technology, otorga a ICE acceso completo a Zignal Labs para “análisis de datos en tiempo real en investigaciones criminales”, según la divulgación oficial. Este sistema analiza más de 8 mil millones de publicaciones diarias en redes sociales y ofrece “alimentaciones de detección curadas” para que las agencias de seguridad identifiquen y respondan a “amenazas” con mayor rapidez y claridad.
Una red de vigilancia en expansión
Esta adquisición forma parte de una tendencia creciente en la agencia federal, que busca fortalecer su capacidad para rastrear y analizar la actividad en línea de millones de personas. Zignal Labs se suma así a otras herramientas de vigilancia digital ya en uso, como ShadowDragon —que mapea la actividad online de un individuo a partir de sitios públicos— y Babel X —que relaciona perfiles de redes sociales, ubicación y hasta el número de Seguro Social—.
La tecnología será usada por Homeland Security Investigations (HSI), la unidad de inteligencia de ICE. La contratación de Zignal Labs refleja una apuesta por la automatización de la vigilancia a gran escala: la agencia planea crear un equipo de monitoreo 24/7 para generar pistas que puedan llevar a detenciones migratorias.
Preocupaciones de privacidad y libertad de expresión
El uso de inteligencia artificial para espiar redes sociales en tiempo real ha generado alarma entre defensores de derechos civiles. Patrick Toomey, subdirector del Proyecto de Seguridad Nacional de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), advierte: “El gobierno no debería comprar herramientas de vigilancia que raspen nuestras publicaciones en redes sociales y luego utilicen IA para escrutar nuestro habla en línea. Y las agencias, mucho menos, deberían desplegar este tipo de tecnología de ‘caja negra’ en secreto, sin rendición de cuentas”.
Organizaciones de derechos humanos y sindicatos ya han presentado demandas contra la administración Trump por el empleo de vigilancia digital para perseguir a inmigrantes por sus opiniones políticas. Según los demandantes, estas herramientas “exacerban el efecto amedrentador” de la vigilancia y permiten al gobierno vigilar “a todo el mundo” en busca de “expresión disidente”.
Zignal Labs: de campañas políticas a la guerra
Zignal Labs, fundada en Silicon Valley en 2011, nació como una herramienta para relaciones públicas y campañas políticas, pero pronto migró al sector de defensa e inteligencia. Un folleto confidencial de la empresa señala que su plataforma ya ofrece “inteligencia táctica” a operadores israelíes en Gaza y a marines estadounidenses. La firma también ha trabajado para el Departamento de Estado.
La empresa no respondió a solicitudes de comentarios sobre su contrato con ICE ni sobre su colaboración con Israel.
Contexto político y consecuencias
La compra de Zignal Labs ocurre en un clima de escalada de la persecución migratoria. En las últimas semanas, ICE ha sido objeto de protestas por redadas contra vendedores ambulantes en Nueva York, inspiradas en videos virales de influencers conservadores, y por la detención de activistas pro-Palestina tras ser doxeados en sitios de listas negras. La agencia también ha firmado recientemente un contrato de $7 millones con SOS International LLC para servicios de skip tracing —seguimiento de la ubicación de personas—, según los registros.
Julie Mao, abogada de Just Futures Law, afirma que “hemos visto un repunte en los contratos de vigilancia de ICE”. Y la dirección de la agencia indica que está comprometida a expandir aún más sus capacidades digitales.
Tecnología sin freno: el futuro de la vigilancia estatal
La incorporación de IA y automatización en la vigilancia migratoria plantea preguntas urgentes sobre privacidad, libertad de expresión y abuso de poder. Mientras la tecnología avanza, la legislación y los controles democráticos sobre su uso permanecen rezagados, abriendo la puerta a un nuevo paradigma de control social basado en el escrutinio constante de la vida digital de millones de personas, muchas de ellas completamente ajenas a actividades criminales.
La línea entre seguridad y vigilancia masiva se desdibuja cada vez más, tras la firma de contratos millonarios con empresas tecnológicas que prometen identificar “amenazas” en tiempo real, sin supervisión ni rendición de cuentas.











