Astrónomos han detectado los mayores chorros de agujeros negros jamás observados, alcanzando una longitud de 23 millones de años luz, lo que equivale a alinear 140 galaxias como la Vía Láctea una detrás de otra. Esta impresionante estructura, apodada «Porfirión», data de cuando el universo tenía 6.300 millones de años, menos de la mitad de su edad actual. Estos potentes chorros, capaces de emitir una energía equivalente a trillones de soles, se originan desde los polos de un agujero negro supermasivo en una galaxia remota.
El sistema de chorros Porfirión es significativamente más grande que su predecesor, Alcioneo, que medía el equivalente a 100 Vías Lácteas. Ambos fueron descubiertos por el mismo equipo de científicos que utiliza el radiotelescopio LOFAR en Europa, especializado en la observación de estructuras a baja frecuencia. LOFAR ha permitido identificar más de 10.000 de estas megastructuras, mucho más de lo que se pensaba previamente, lo que sugiere que estos gigantes podrían haber tenido un impacto considerable en la formación de galaxias durante el universo joven.
Porfirión se originó a partir de un agujero negro en modo radiativo, algo sorprendente ya que se pensaba que solo los agujeros negros en modo de chorro podían producir estructuras de tal magnitud. Este descubrimiento implica que aún podría haber muchas más de estas estructuras por descubrir, ya que LOFAR solo ha explorado el 15% del cielo.
Los científicos también se preguntan cómo estos chorros pueden alcanzar tal longitud sin desestabilizarse, y consideran que es necesario un evento de acreción muy estable y duradero, de aproximadamente mil millones de años, alrededor del agujero negro central. El equipo de investigación espera profundizar en el estudio de cómo estos chorros gigantes influencian su entorno, distribuyendo campos magnéticos, rayos cósmicos y átomos pesados a través del cosmos, lo que podría arrojar luz sobre el origen del magnetismo en el universo.