Guillermo Sohnlein, cofundador de OceanGate, la compañía propietaria del sumergible Titan, que implosionó en su ruta hacia los restos del Titanic, compareció el lunes ante un panel de la Guardia Costera. En su declaración, expresó la esperanza de que la tragedia inspire un renovado interés en la exploración de las profundidades oceánicas.
Sohnlein, quien dejó OceanGate años antes del desastre ocurrido en junio de 2023, defendió los esfuerzos de la empresa tras la implosión del sumergible que causó la muerte de cinco personas, incluyendo al cofundador y diseñador del Titan, Stockton Rush. Aunque dejó la compañía antes de estos hechos, Sohnlein destacó el compromiso de OceanGate con la innovación, argumentando que el incidente no debería significar el fin de la exploración profunda.
Durante su testimonio, Sohnlein explicó que el objetivo de la empresa era construir una flota de sumergibles capaces de alcanzar profundidades de 6.000 metros, sin la necesidad de un barco nodriza, lo que reduciría significativamente los costos operativos. En este contexto, la decisión de utilizar fibra de carbono en el diseño del Titan fue clave, ya que permitía un sumergible más ligero y económico, aunque reconoció que esta idea no era nueva en el ámbito de la ingeniería submarina.
Sohnlein también reveló que ningún fabricante existente podía cumplir con las especificaciones técnicas que exigía la empresa, lo que llevó a OceanGate a desarrollar sus propios vehículos sumergibles. Además, aseguró que la empresa colaboró estrechamente con la Guardia Costera durante el proceso de desarrollo.
Sin embargo, otros testimonios presentaron una imagen menos optimista de la empresa. David Lochridge, exdirector de operaciones de OceanGate, describió conflictos con Rush, alegando que la prioridad de la compañía era generar ingresos más que fomentar la investigación científica. Phil Brooks, otro exdirector de ingeniería, mencionó que la empresa atravesaba dificultades financieras que comprometían las decisiones de seguridad. Brooks detalló que se les pidió a los empleados que trabajaran sin sueldo con la promesa de ser compensados posteriormente, lo que afectó la toma de decisiones, generando un entorno donde la seguridad se vio comprometida en favor de cumplir con los plazos.
Además, Tony Nissen, otro exingeniero, declaró que se sintió presionado para preparar el sumergible para una inmersión años antes y se negó a pilotarlo, citando problemas de seguridad. Estas tensiones internas, combinadas con los desafíos económicos y técnicos, reflejaban una empresa apresurada por poner en funcionamiento un diseño no convencional.
El uso de fibra de carbono, que fue central en el diseño del Titan, también fue motivo de preocupación. Roy Thomas, de la American Bureau of Shipping, explicó que este material es susceptible a fallas por fatiga cuando se somete repetidamente a la presión externa. A pesar de estos riesgos, la empresa decidió seguir adelante con este enfoque innovador.
El panel de la Guardia Costera, que inició la investigación pública a principios de este mes, busca determinar las causas de la implosión. Durante la audiencia, se destacó que el Titan no fue sometido a una revisión independiente, como suele ser la práctica estándar en la industria. Este hecho, junto con el diseño inusual del sumergible, atrajo un mayor escrutinio en la comunidad de exploración submarina.