Con más de 130 millones de fragmentos de escombros orbitando la Tierra, la amenaza de colisiones a velocidades hipersónicas es crítica para la seguridad satelital. La empresa Atomic-6 ha desarrollado un innovador sistema de protección llamado Space Armor, compuesto por baldosas de polímero liviano y transparente a las señales de radio, que protegen los satélites de impactos a más de 7 km/s de velocidad con menor generación de escombros secundarios que los sistemas actuales.
Durante casi ocho décadas, la protección estándar contra micrometeoritos y escombros espaciales ha sido el Escudo Whipple, basado en láminas de aluminio separadas por espacios, que disipan la energía de impactos. Sin embargo, este sistema es pesado, costoso, y al ser metálico genera fragmentos peligrosos como efecto secundario, empeorando la contaminación orbital y el riesgo de futuras colisiones.
Space Armor supera estas limitaciones utilizando un polímero compuesto con una relación secreta de fibras y resinas, fabricado mediante un proceso patentado. Las baldosas autoadhesivas miden típicamente 30×30 cm y 2.5 cm de grosor, ajustables hasta 1×1 metro. Existen versiones ligeras para protección contra escombros menores a 3 mm, así como opciones más robustas para fragmentos de hasta 12.5 mm. Lo más destacado es que su transparencia a radiofrecuencias permite proteger antenas y radares sin bloquear sus señales, algo que el Whipple Shield no permite, pues funciona como jaula de Faraday.
Trevor Smith, CEO de Atomic-6, subraya la importancia de este avance: “No hay que sacrificar las comunicaciones para proteger las naves espaciales. Este pequeño composite mantiene funciones críticas y protege satélites, estaciones espaciales y astronautas de amenazas cada vez más frecuentes e invisibles.” Con el aumento de tensiones geopolíticas y ataques espaciales potenciales, esta protección se vuelve indispensable para la seguridad orbital.
Además, Atomic-6 planea lanzar las primeras unidades de Space Armor al espacio con clientes satelitales a partir del próximo año, proporcionando una defensa efectiva y liviana que reduce la creación de nuevos escombros, evitando así contribuir al fenómeno conocido como Síndrome de Kessler.










