Bill Gates, el cofundador de Microsoft y uno de los visionarios tecnológicos más influyentes de las últimas décadas, advirtió que la inteligencia artificial (IA) tomará la mayoría de los empleos actuales y obligará a la humanidad a reducir su semana laboral a solo dos días, según declaró recientemente en espacios públicos y medios estadounidenses.

En una entrevista con The Tonight Show de Jimmy Fallon el pasado marzo, Gates pronosticó que los avances en inteligencia artificial, especialmente en los próximos diez años, tendrán un impacto tan profundo en el mercado laboral que la semana de cinco días podría convertirse en algo del pasado. “Probablemente serán solo dos días”, afirmó.

Gates explicó que, si bien la IA actual carece de conocimientos especializados y aún necesita la intervención humana en profesiones como la medicina o la educación, el panorama cambiará radicalmente en un futuro cercano. “Es bastante profundo, porque soluciona muchos problemas específicos, como la falta de doctores o profesionales de la salud mental, pero también trae muchísimo cambio”, dijo.

El filántropo tecnológico admitió que el ritmo acelerado y sin precedentes de la revolución de la IA genera incertidumbre sobre la capacidad de la sociedad para adaptarse y regular estos cambios. “¿Cómo serán los empleos? ¿Deberíamos trabajar solo dos o tres días por semana? Me encanta la manera en que esto impulsará la innovación, pero creo que es un poco impredecible si seremos capaces de moldearlo a nuestro favor. Es muy profundo y hasta un poco aterrador, porque está sucediendo muy rápido y no hay un límite superior”.

En una conversación con el profesor de Harvard y experto en felicidad Arthur Brooks, realizada en febrero, Gates profundizó en la idea de que la IA inaugurará una “era de inteligencia gratuita”, democratizando el acceso a conocimientos especializados para todas las personas. “Decidiremos, como en el béisbol, que no queremos ver a las computadoras jugar, así que habrá algunas cosas que reservaremos para nosotros”, aseguró. “Pero en lo que respecta a la fabricación, el transporte de bienes y la producción de alimentos, con el tiempo esos serán problemas resueltos”.

Gates sostiene que muy pocas ocupaciones sobrevivirán al escrutinio de la IA, y que la sociedad deberá enfrentar preguntas difíciles sobre qué tareas realmente requieren intervención humana.

El contexto global de la semana laboral reducida

La idea de una semana laboral más corta ha ganado adeptos en los últimos años, tanto en el sector público como en el privado. Por ejemplo, la firma de coaching de rendimiento Exos, que emplea a más de 3.500 personas, experimentó con una semana de cuatro días en 2023 y reportó un aumento del 24% en la productividad y una reducción a la mitad de los niveles de agotamiento, según informó Fortune en abril de ese año.

En el sector público, la ciudad de Tokio implementó la semana de cuatro días para los trabajadores gubernamentales, con el objetivo de aumentar la natalidad y combatir el fenómeno conocido como karoshi (muerte por exceso de trabajo).

Los dilemas éticos del avance de la IA

El rápido avance de la IA también plantea serios dilemas éticos y sociales. Geoffrey Hinton, considerado el “padre de la inteligencia artificial”, advirtió este año que el desarrollo de la IA podría aumentar la brecha de riqueza y generar inestabilidad social. “Estamos hablando de un aumento enorme en la productividad. Así que habrá más bienes y servicios para todos. En teoría, todos deberíamos estar mejor, pero en realidad será todo lo contrario”, dijo Hinton en un panel. “Y eso se debe a que vivimos en una sociedad capitalista. Este aumento de productividad hará que las grandes compañías y los ricos ganen mucho más dinero, y aumentará la brecha con quienes pierdan sus empleos. En cuanto esa brecha se agrande, se creará un terreno fértil para el fascismo. Es muy aterrador que podamos estar en el punto en el que todo se pone cada vez peor”.

Reflexión final

Aunque la idea de una semana laboral de dos días suena idealista para muchos, la velocidad de los desarrollos en IA y los experimentos realizados en empresas y gobiernos indican que el cambio no solo es posible, sino probable. Sin embargo, la transición no será sencilla: implica repensar el modelo económico, ajustar la legislación laboral y, sobre todo, buscar mecanismos para que las ganancias de productividad se traduzcan en mayor bienestar social y no solo en concentración de riqueza.

El futuro que pinta Bill Gates es, sin duda, disruptivo. La pregunta relevante ahora es si la sociedad global estará lista para afrontar los retos y oportunidades que plantea la era de la inteligencia artificial.

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