Según un análisis realizado por el economista jefe de Apollo, Torsten Sløk, y basado en datos recopilados por WFH Research, España se sitúa por debajo del promedio global en cuanto al número de días trabajados desde casa. Con una media de 1,2 días por semana, el país queda lejos de cifras como las de Canadá (1,9), Reino Unido (1,8) o Estados Unidos (1,6), lo que apunta a una menor implantación del trabajo híbrido o remoto en el entorno laboral español.

Este dato refleja una realidad que contrasta con la percepción postpandemia, donde muchas empresas implementaron de forma masiva el teletrabajo. Aunque inicialmente se produjo un aumento generalizado en esta modalidad, parece que en países como España la tendencia ha perdido fuerza, ya sea por cuestiones culturales, decisiones organizativas o limitaciones estructurales en ciertos sectores económicos. En el gráfico que acompaña la investigación, España comparte la misma cifra de 1,2 días semanales de trabajo remoto con otros países europeos como Austria y Rumanía, pero se encuentra muy por detrás de otros mercados desarrollados.

En comparación, los trabajadores estadounidenses mantienen un promedio de 1,6 días de teletrabajo por semana, una cifra que los sitúa entre los diez primeros países del listado. Esta media es notablemente superior a la registrada en países como Italia (1,3), Francia (1,0), China (0,6) o Corea del Sur (0,5), evidenciando una mayor aceptación del modelo híbrido en el entorno laboral estadounidense. Según el informe, esta tendencia refleja un cambio estructural en las dinámicas laborales, donde la flexibilidad se ha convertido en un elemento clave para atraer y retener talento.

La investigación también sugiere que el número de días trabajados desde casa se ha estabilizado tras los grandes ajustes derivados de la pandemia. Este nuevo equilibrio podría influir de forma duradera en las políticas empresariales, en la organización del trabajo y en la satisfacción de los empleados. En este contexto, España aún tiene margen de crecimiento para adoptar modelos más flexibles, especialmente si se consideran los beneficios asociados al trabajo remoto en términos de conciliación, productividad y reducción de costes operativos.

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