En las últimas semanas, la National Science Foundation (NSF) ha dejado de financiar investigaciones relacionadas con diversidad, equidad e inclusión (DEI) como respuesta a la Orden Ejecutiva 14035, y ha cancelado proyectos para investigadores de grupos marginados. Además, la Orden Ejecutiva 14168 ha impuesto una suspensión a la investigación sobre mujeres, mujeres en STEM, variaciones de género, y poblaciones trans, así como a la investigación sobre ratones transgénicos.

Recientemente, también se han anulado estudios sobre desinformación, un tema que el senador republicano Ted Cruz ha catalogado como promotor de perspectivas neo-marxistas y de guerra de clases. Durante tres años, trabajé como oficial de programa en la NSF en el programa Science of Science (SOS), donde revisamos y financiamos investigaciones sobre comunicación científica. Muchos de los proyectos que abordaban la desinformación han sido cancelados.

La investigación sobre desinformación es crucial para entender cómo los ciudadanos procesan evidencia e información científica. Algunos ejemplos de investigaciones importantes que han sido canceladas incluyen:

  • Un proyecto que usa ciencias sociales computacionales y estadísticas para entender cómo se difunde la información en redes sociales, necesario para proteger la sociedad de la desinformación.
  • Un estudio sobre cómo individuos y grupos motivan la diseminación de desinformación en plataformas sociales.
  • Un proyecto que examina el papel de influencers en la corrección de conceptos erróneos sobre vacunas.

Esta línea de investigación no solo es fundamental por sus propios méritos, sino también porque influye en cómo se manejan la educación, anuncios de interés público, advertencias meteorológicas, y otras comunicaciones cruciales. Además, contribuye a crear una ciudadanía informada, base de cualquier democracia.

Los ataques políticos a la investigación sobre desinformación representan una forma de censura motivada por el desdén hacia los resultados de estas investigaciones. La NSF, como agencia pasadora, gestiona aproximadamente $9 mil millones anuales, que se devuelven a comunidades estadounidenses mediante subvenciones científicas y educación STEM. Sin embargo, la cancelación de proyectos de investigación previamente financiados no es un fenómeno normal.

El interferir políticamente en la investigación científica pone en riesgo no solo a los investigadores individuales, sino a la confianza y las normas que sustentan la empresa científica en su conjunto. El actual clima político también incluye un recorte del 55% en el presupuesto de la NSF y despidos masivos proyectados, lo que dejará poco espacio para la investigación y desarrollo que beneficia al público.

A través de un enfoque en recortar iniciativas educativas y reducir políticas basadas en evidencia, el actual gobierno pone en peligro los beneficios de la ciencia financiada públicamente. La infrautilización de esto afectará a todos—desde estudiantes hasta ciudadanos comunes—y amenaza la posición de EE.UU. como líder mundial en investigación científica.

Es crucial que todos los individuos que se benefician de estos avances tomen medidas. Se pueden considerar acciones como demandar a sus representantes para restaurar financiamientos, unirse a grupos de defensa de la ciencia, o educar al público sobre el valor de la investigación científica financiada por el gobierno. La protección de nuestra empresa científica mundial requiere que todos actúen.

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