En el corazón del Ártico canadiense, un grupo de científicos y emprendedores desafía las extremas condiciones climáticas para intentar un ambicioso proyecto: engrosar el hielo marino del Ártico. La empresa británica Real Ice está llevando a cabo pruebas en Cambridge Bay, Nunavut, con el objetivo de demostrar que es posible restaurar el hielo marino y, potencialmente, revertir la pérdida de hielo en verano. Este plan busca cubrir más de 386,000 millas cuadradas del Ártico, un área mayor que el doble de California, como parte de un esfuerzo por mitigar la crisis climática.

El enfoque de Real Ice es uno de varios proyectos de geoingeniería propuestos para proteger las regiones polares. Sin embargo, algunos científicos han criticado estos métodos por ser no probados a gran escala y potencialmente peligrosos para el ecosistema. A pesar de las críticas, la empresa defiende su proyecto como una última oportunidad para proteger un ecosistema en desaparición, mientras el mundo no actúa con la rapidez necesaria frente al cambio climático.

Un científico perforando el hielo en el Ártico canadiense al amanecer, utilizando un taladro especializado para extraer muestras en condiciones climáticas extremas.

La técnica de Real Ice consiste en utilizar bombas sumergibles eléctricas para extraer agua de mar y congelarla en la superficie del hielo. Este proceso no solo añade una capa adicional de hielo, sino que también elimina la nieve de la superficie, promoviendo el crecimiento del hielo por debajo. Las pruebas iniciales en Alaska y Canadá han mostrado resultados prometedores, con un aumento significativo en el grosor del hielo en las áreas de prueba.

El plan a largo plazo incluye la automatización del proceso mediante drones submarinos, alimentados por hidrógeno verde, que perforarían el hielo desde abajo. Se estima que se necesitarían alrededor de 500,000 drones para operar a plena escala, con un coste anual de entre 5,000 y 6,000 millones de dólares. Real Ice espera que, eventualmente, gobiernos o un fondo global financien el proyecto, y también considera la venta de «créditos de enfriamiento» como una forma de compensación para los contaminadores.

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