La Unión Europea ha aprobado imponer aranceles de hasta el 45% a los vehículos eléctricos (VE) provenientes de China, una medida que podría intensificar las tensiones comerciales con Pekín. La Comisión Europea, órgano ejecutivo del bloque, implementará los aranceles durante un periodo de cinco años. Aunque diez países miembros votaron a favor, Alemania y otros cuatro se opusieron, mientras que doce, incluyendo España, optaron por la abstención.
La decisión de la UE sigue a una investigación que concluyó que China ha subvencionado injustamente su industria automotriz, una acusación que Pekín niega rotundamente. En respuesta, China ha amenazado con imponer sus propios aranceles a productos europeos, como lácteos, brandy, carne de cerdo y vehículos. Este enfrentamiento se enmarca en los esfuerzos del bloque por reducir su dependencia de China, especialmente en sectores clave.
Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, advirtió recientemente sobre la competencia estatal china como una amenaza para la UE, señalando que podría hacerla vulnerable a la coerción económica. Pese a estas preocupaciones, el comercio entre la UE y China alcanzó los 739.000 millones de euros en 2023, lo que subraya la importancia de la relación comercial.
A pesar de la votación, la UE y China han acordado continuar las negociaciones para buscar una solución que evite los aranceles. Ambas partes exploran un mecanismo que controle los precios y el volumen de exportaciones, lo cual podría reemplazar los aranceles si se logra un acuerdo conforme a las normas de la OMC. La Comisión Europea confirmó que cualquier alternativa debe ser «adecuada, monitorizable y ejecutable», para abordar los subsidios chinos que perjudican a la industria europea.
Los nuevos aranceles alcanzarán un 35% adicional para los fabricantes de VE que exportan desde China, sumándose al 10% ya existente. Esto coloca a los fabricantes chinos ante la disyuntiva de absorber los costes o aumentar los precios, en un contexto de demanda local debilitada. Como resultado, algunos de ellos consideran invertir en fábricas en Europa para esquivar los aranceles.
Empresas como Geely, que controla marcas como Volvo y Lotus, criticaron la medida, argumentando que podría perjudicar las relaciones económicas entre la UE y China, afectando tanto a empresas europeas como a los consumidores.
Las ventas de automóviles chinos en Europa ya se han visto afectadas, cayendo un 48% en agosto, alcanzando su nivel más bajo en 18 meses. A pesar de esto, analistas como Kevin Lau de Daiwa Securities creen que el impacto en los fabricantes chinos será menor, dado que Europa representa una pequeña fracción de sus ventas totales. En el caso de BYD, Geely y SAIC, las ventas en Europa apenas contribuyeron entre un 1% y un 3% de sus ingresos en los primeros meses de 2024.
Los fabricantes alemanes, como Volkswagen, Mercedes-Benz y BMW, han expresado su preocupación. Estas empresas dependen fuertemente del mercado chino, que representa aproximadamente un tercio de sus ventas globales. Volkswagen advirtió que los aranceles no mejorarán la competitividad europea y solicitó una solución negociada. La industria automovilística alemana teme que las tensiones comerciales agraven los retos que ya enfrentan en su mercado más importante.
Aunque algunos países, como Francia, han defendido la necesidad de proteger la industria europea, Alemania ha adoptado una postura más cautelosa, advirtiendo sobre el riesgo de una guerra comercial. Robert Habeck, ministro de Economía de Alemania, destacó que votar en contra de los aranceles es un mensaje claro para proteger la prosperidad y el crecimiento en Europa. Grupos como la VDA (Asociación de la Industria Automotriz Alemana) y la BDI (Federación de la Industria Alemana) han pedido más diálogo con China para evitar un conflicto comercial.