Algunas startups están optando por el modelo ‘fair source’ para evitar los inconvenientes de las licencias de código abierto

En un escenario donde las tensiones entre el software propietario y el de código abierto (OSS) parecen interminables, una startup valorada en 3.000 millones de dólares está impulsando una nueva propuesta de licencia llamada «fair source». Esta iniciativa busca crear un puente entre el software abierto y el propietario, presentando un nuevo modelo de licencias que incluye una terminología y un marco de gobernanza distintos.

La empresa de desarrollo de software Sentry ha sido una de las primeras en adoptar esta categoría, junto a otras compañías como GitButler, fundada por uno de los creadores de GitHub. La idea principal detrás del concepto «fair source» es permitir a las empresas alinearse con el desarrollo de software abierto sin invadir terrenos ya establecidos, como las licencias de código abierto, «open core» o «source-available», y evitando las connotaciones negativas asociadas al software propietario.

El motivo detrás de este nuevo paradigma es que, según algunos expertos, el código abierto no está funcionando bien desde el punto de vista comercial. Chad Whitacre, jefe de código abierto en Sentry, explicó que aunque existen proyectos exitosos de código abierto, estos suelen ser componentes dentro de productos propietarios más grandes. Además, argumentó que el código abierto en sí no es un modelo de negocio, sino un modelo de distribución, y que las restricciones de las licencias abiertas limitan las posibilidades comerciales.

Sentry ha pasado de tener su software bajo una licencia permisiva BSD de tres cláusulas a utilizar la «Business Source License» (BUSL) para protegerse de competidores que copiaban su trabajo. A raíz de esto, la empresa introdujo la «Functional Source License» (FSL), que pertenece a la categoría de «fair source». Esta licencia permite leer y modificar el código, pero con limitaciones para su uso comercial directo, estipulando también que, después de un tiempo, se convierta en verdaderamente abierto. La FSL, por ejemplo, se transforma en una licencia de código abierto tras dos años, mientras que la BUSL lo hace en cuatro.

Sin embargo, las licencias «fair source» han generado críticas, ya que sus definiciones, como la de «restricciones mínimas», pueden resultar ambiguas y difíciles de interpretar, lo que podría generar incertidumbre legal y frenar la innovación. Otros expertos, como Thierry Carrez, del Open Source Initiative, advierten que estas licencias no son verdaderamente abiertas y que, al estar controladas por una sola entidad, sus términos pueden cambiar en el futuro, lo que genera desconfianza.

A pesar de las críticas, empresas como GitButler han decidido adoptar esta categoría, viendo en «fair source» una forma de proteger su trabajo mientras exploran modelos de negocio que se ajusten a sus necesidades. La propuesta sigue siendo una apuesta a largo plazo, con un enfoque en evolucionar según las necesidades del mercado y las contribuciones de la comunidad.

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