Un equipo internacional de investigadores, incluyendo científicos de la Universidad Nacional de Australia (ANU), ha advertido que el planeta solo podrá proporcionar un nivel de vida básico a la población en el futuro si se transforman de manera radical los sistemas económicos y las tecnologías, además de gestionar y compartir de manera equitativa los recursos críticos. Este informe, publicado en The Lancet Planetary Health, destaca el papel crucial que pueden desempeñar las ciudades y las empresas como «guardianes» de los sistemas esenciales de la Tierra, mostrando cómo reducir su impacto ambiental.
El informe es parte de la fase uno de la Comisión de la Tierra, creada en 2019, y que cuenta con un equipo interdisciplinario de 18 académicos de renombre mundial y más de 40 investigadores. Esta investigación se basa en el informe sobre los límites del sistema terrestre seguro y justo, publicado el año pasado en Nature, el cual revelaba que se han superado la mayoría de los límites vitales dentro de los cuales las personas y el planeta pueden prosperar.
La profesora distinguida Xuemei Bai, de la ANU y coautora principal del informe, enfatizó que las empresas y las ciudades tienen la capacidad de actuar para transformar radicalmente sus prácticas y reducir la presión sobre el planeta. Según Bai, estas entidades son más ágiles que los estados y pueden establecer objetivos basados en la ciencia para alinearse con los hallazgos de la investigación.
Un equipo internacional de investigadores, incluyendo científicos de la Universidad Nacional de Australia (ANU), ha advertido que el planeta solo podrá proporcionar un nivel de vida básico a la población en el futuro si se transforman de manera radical los sistemas económicos y las tecnologías, además de gestionar y compartir de manera equitativa los recursos críticos. Este informe, publicado en The Lancet Planetary Health, destaca el papel crucial que pueden desempeñar las ciudades y las empresas como «guardianes» de los sistemas esenciales de la Tierra, mostrando cómo reducir su impacto ambiental.
El informe es parte de la fase uno de la Comisión de la Tierra, creada en 2019, y que cuenta con un equipo interdisciplinario de 18 académicos de renombre mundial y más de 40 investigadores. Esta investigación se basa en el informe sobre los límites del sistema terrestre seguro y justo, publicado el año pasado en Nature, el cual revelaba que se han superado la mayoría de los límites vitales dentro de los cuales las personas y el planeta pueden prosperar.
La profesora distinguida Xuemei Bai, de la ANU y coautora principal del informe, enfatizó que las empresas y las ciudades tienen la capacidad de actuar para transformar radicalmente sus prácticas y reducir la presión sobre el planeta. Según Bai, estas entidades son más ágiles que los estados y pueden establecer objetivos basados en la ciencia para alinearse con los hallazgos de la investigación.
Por su parte, el profesor Stuart Bunn, de la Universidad de Griffith, lideró uno de los grupos de trabajo que abordó los límites relacionados con el agua dulce y la contaminación por nutrientes. El estudio encontró que, aunque la capacidad de la Tierra para proveer y proteger está al límite, aún es posible evitar la pobreza y mitigar los daños si se actúa con urgencia. Sin embargo, esto solo será posible si se reducen las desigualdades en el acceso y uso de recursos críticos como el agua y los nutrientes, y si se comparten responsabilidades, como la reducción de las emisiones de carbono, además de realizar transformaciones tecnológicas y económicas.
De cara al 2050, los investigadores advierten que, si no se realizan estas transformaciones urgentes, el clima de la Tierra se deteriorará hasta el punto de no dejar un “espacio seguro y justo”. Incluso si toda la humanidad tuviera acceso solo a los recursos necesarios para una vida básica en ese momento, el planeta aún estaría fuera de los límites climáticos.
El informe subraya el riesgo de que los sistemas terrestres crucen puntos de inflexión peligrosos, lo que podría causar un daño significativo adicional a las poblaciones a menos que se transformen los sistemas de energía, alimentación y urbanismo. Para evitar estos escenarios, los autores proponen una serie de recomendaciones:
- Esfuerzos bien coordinados entre gobiernos, empresas, la sociedad civil y las comunidades para impulsar cambios en la economía y encontrar políticas y mecanismos de financiación que aborden la desigualdad y, al mismo tiempo, reduzcan la presión sobre la naturaleza y el clima.
- Gestionar, compartir y usar los recursos de manera más eficiente en todos los niveles de la sociedad, abordando el consumo excesivo de algunos sectores que limita el acceso a recursos básicos para otros.
- Invertir en tecnologías sostenibles y accesibles para usar menos recursos y reabrir el espacio seguro y justo para todos, especialmente en áreas donde ya no existe este espacio.