El auge de la inteligencia artificial (IA) ha generado inquietud en el ámbito educativo, particularmente en relación con la autenticidad de los trabajos estudiantiles. En California, el proyecto de ley SB 942, que busca obligar a las empresas de IA a ofrecer herramientas gratuitas de detección de IA, ha generado controversia. A pesar de que estas herramientas son notoriamente imprecisas, la propuesta sigue avanzando y está a la espera de la firma del gobernador.
Este debate cobró mayor relevancia recientemente cuando un padre compartió una experiencia con su hijo, quien debía redactar un ensayo sobre el cuento «Harrison Bergeron» de Kurt Vonnegut. Tras recibir algunas sugerencias para mejorar el flujo del texto, el estudiante utilizó Grammarly Pro, que incorpora un verificador de IA, y se encontró con que el 18% de su ensayo fue marcado como «escrito por IA» solo por el uso de la palabra «devoid». Al cambiarla por «without», el porcentaje bajó a 0%.
A pesar de las promesas de transparencia de Grammarly, el sistema no ofrecía explicaciones claras sobre qué partes del texto podrían haber sido generadas por IA. Este tipo de experiencias denotan la preocupación por la creciente dependencia de verificadores de IA poco fiables, que pueden desalentar la creatividad y obligar a los estudiantes a modificar sus trabajos simplemente para evitar ser señalados.
Este tipo de situaciones no solo refleja la ineficacia de las herramientas de detección de IA, sino que también recuerda la advertencia de «Harrison Bergeron»: intentar imponer una falsa igualdad puede sofocar el talento y la creatividad. Muchos educadores se enfrentan a la incertidumbre de cómo manejar la creciente utilización de herramientas de IA por parte de los estudiantes, aunque algunos proponen enfoques creativos que integren la IA como parte del aprendizaje, en lugar de combatirla.
El verdadero riesgo radica en que, en un esfuerzo por evitar ser confundidos con máquinas, los estudiantes podrían verse obligados a reducir su capacidad creativa, lo que paradójicamente contraviene la enseñanza del propio Vonnegut.