Una empresa tecnológica robó nuestras voces, las clonó y las vendió

El avance de la inteligencia artificial (IA) ha desatado temores sobre la posibilidad de que muchas profesiones puedan ser reemplazadas por máquinas. Para Paul Skye Lehrman y su pareja, Linnea Sage, ambos actores de voz, este miedo se ha vuelto una inquietante realidad cuando escucharon sus propias voces utilizadas por un chatbot de IA sin su consentimiento.

En junio de 2023, mientras conducían cerca de su hogar en Nueva York, la pareja sintonizó un pódcast que abordaba las huelgas en Hollywood y el impacto potencial de la IA en la industria del entretenimiento. La sorpresa llegó cuando el chatbot entrevistado en el programa utilizó la voz de Lehrman. «Tuvimos que detener el coche», relató Lehrman, aún asombrado por la ironía de escuchar a una IA hablando con su propia voz sobre la posible destrucción de su industria.

Dos personas sentadas en sillas, frente a la cámara. A la izquierda, hay un hombre joven con cabello rizado, vestido con una camiseta polo de color beige. A la derecha, una mujer de cabello largo y ondulado, lleva un suéter de cuadros rosados y blancos. Ambos parecen estar en un ambiente interior, posiblemente una oficina, con plantas y muebles en el fondo. Están mirando hacia adelante, y la mujer tiene las manos juntas frente a ella, mientras que el hombre mantiene las manos sobre su regazo.

Esa misma noche, comenzaron a investigar frenéticamente hasta que encontraron Lovo, una plataforma de síntesis de voz que contenía réplicas digitales de sus voces. «No podía creerlo», dijo Sage, tras descubrir que también su voz había sido clonada. Ante esta situación, la pareja ha presentado una demanda contra Lovo, alegando que la empresa robó sus voces, creó clones de IA y las vendió sin su permiso.

La clave de la demanda radica en cómo Lovo habría obtenido las grabaciones. Según afirman, empleados de Lovo los contrataron anónimamente a través de Fiverr, una plataforma de trabajo freelance, para grabar textos genéricos bajo el pretexto de utilizarlos para «investigación en síntesis de voz». Sage y Lehrman, sin un contrato formal, accedieron y entregaron los archivos, por los cuales fueron remunerados. Sin embargo, las conversaciones posteriores revelaron que las grabaciones fueron utilizadas para crear clones de sus voces, una acción que ahora denuncian como ilegal.

Lovo ha respondido a las acusaciones, argumentando que las interacciones con la pareja fueron legales, pero no ha emitido más comentarios sobre la demanda. Este caso, que busca convertirse en una acción colectiva, podría abrir la puerta a más denuncias similares, ya que cada vez más artistas y creadores temen perder el control sobre su trabajo en manos de la IA.

Kristelia Garcia, profesora experta en derecho de propiedad intelectual, señala que el caso probablemente se centrará en los derechos de publicidad y en una posible violación de los términos de las licencias otorgadas por la pareja. Según Garcia, una licencia tiene un uso específico y limitado, y el uso indebido de las grabaciones podría constituir una violación de contrato.

El resultado de esta demanda podría ser crucial para la protección de los derechos de los artistas en la era de la inteligencia artificial, una era donde cada vez más empleos están en riesgo de ser afectados por esta tecnología.

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