Aumenta la adopción de IA en granjas de EE. UU. para ayudar a alimentar al mundo

En medio de un campo verde en el Medio Oeste estadounidense, un agricultor enfoca su smartphone hacia una planta de soja, toma una foto de un insecto y deja que un programa de inteligencia artificial (IA) identifique la especie y determine si es una amenaza para su cultivo. Esta tecnología, que podría parecer novedosa, se ha vuelto esencial en un sector que enfrenta una crisis de mano de obra sin precedentes.

La agricultura en los Estados Unidos, el tercer mayor productor agrícola del mundo, se encuentra en una encrucijada debido a la escasez de trabajadores, un problema que amenaza tanto la rentabilidad como la productividad de los cultivos. La principal causa de esta crisis es el envejecimiento de los agricultores. Con una media de edad de 60 años, muchos no pueden seguir el ritmo de trabajo necesario para gestionar sus explotaciones, y las nuevas generaciones no muestran interés en tomar las riendas, prefiriendo empleos menos intensivos y mejor remunerados en otros sectores. A esto se suma que los trabajadores contratados, en su mayoría inmigrantes, también están optando por abandonar el campo en busca de mejores oportunidades.

Drone sobrevolando un campo de maíz, rociando pesticidas o fertilizantes de manera precisa, representando el uso de tecnología de inteligencia artificial y drones en la agricultura para mejorar la eficiencia y reducir el uso de recursos.

Ante este panorama, los agricultores estadounidenses están recurriendo a herramientas emergentes de robótica e inteligencia artificial para mitigar la carga de trabajo y compensar la disminución de la mano de obra. La adopción de la IA en la agricultura no es completamente nueva; tecnologías como los sistemas de guiado automático han estado en uso durante dos décadas. Sin embargo, el uso de IA ha crecido rápidamente en los últimos años. Según estimaciones, en 2021, el 87% de las empresas agrícolas en los EE. UU. utilizaban alguna forma de IA. El gobierno federal también ha acelerado este proceso, ofreciendo incentivos financieros para el desarrollo y la implementación de estas tecnologías.

La adopción masiva de IA en las casi dos millones de granjas estadounidenses podría tener implicaciones globales significativas. En un mundo donde la población sigue creciendo y el cambio climático amenaza los ecosistemas agrícolas, la necesidad de producir más alimentos con menos recursos es más urgente que nunca. Los expertos estiman que para 2050 la población mundial aumentará en dos mil millones de personas, lo que requerirá un incremento del 70% en la producción de alimentos. La tecnología innovadora será clave para alcanzar este objetivo.

Los agricultores ya están utilizando herramientas de IA ampliamente disponibles, como drones y sistemas GPS, así como tractores y cosechadoras autónomas, y sensores de calidad que optimizan el cuidado de los cultivos. Además, robots con IA realizan tareas de clasificación que antes requerían intervención humana, como la identificación de defectos en patatas o la eliminación de malas hierbas. Estas tecnologías, que forman parte de lo que se denomina «agricultura de precisión», permiten a los agricultores gestionar sus recursos de manera más eficiente y aumentar los rendimientos.

Empresas líderes en la industria, como John Deere, han estado a la vanguardia de estas innovaciones, desarrollando herramientas que permiten a los agricultores realizar su trabajo con mayor precisión y menos desperdicio de recursos. Por ejemplo, la tecnología «See & Spray» de John Deere, introducida en 2018, utiliza IA para identificar y tratar malezas de manera precisa, reduciendo el uso de herbicidas hasta en un 66%.

El impacto de estas tecnologías va más allá de la reducción de costos y el aumento de los rendimientos. Según Steven Thomson, líder del programa nacional de Ingeniería Agrícola y de Sistemas Biológicos del Instituto Nacional de Alimentos y Agricultura del USDA, la mejora en la productividad agrícola también fortalece la cadena de suministro y reduce los precios para los consumidores, al tiempo que promueve prácticas más sostenibles y protege los recursos naturales.

Instituciones académicas como la Universidad Estatal de Iowa, que alberga el Instituto de IA para la Agricultura Resiliente, están desarrollando herramientas avanzadas para ayudar a los agricultores a adaptarse al cambio climático y optimizar el uso de recursos. Estas herramientas podrían ser implementadas a gran escala y a nivel internacional, con costos marginales bajos, beneficiando especialmente a regiones con necesidades críticas, como el sudeste asiático.

Aunque las expectativas son altas, los expertos se muestran cautelosamente optimistas sobre el potencial de estas tecnologías para ayudar a la agricultura a enfrentar los desafíos climáticos y laborales que se avecinan. La necesidad de soluciones innovadoras nunca ha sido tan urgente.

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